Por Narciso Isa Conde
El régimen político establecido está en franca decadencia por la
suma de corrupción y neoliberalismo.
No es solo un gobierno lo que se ha podrido y no solo
Leonel y sus ladroneles son responsables de esa descomposición.
Se ha podrido el régimen de Leonel y Danilo, de Jorge
Blanco e Hipólito, de las tres facciones políticas, que articulada a la burguesía
transnacional y a las elites capitalistas locales, echaron al pueblo en el pozo
y situaron el Estado delincuente en contra de casi toda la sociedad.
Las cúpulas del PLD, PRD, PRSC han conformado un régimen
político y un Estado –ya considerablemente deslegitimados- percibidos por el
sector mas avanzado de la sociedad como una rémora a erradicar y reemplazar.
En su devenir
ese régimen, dadas las especiales habilidades de esa facción, fue secuestrado
por la corporación peledeísta y sus socios lumpen-capitalistas. Y por eso
justamente sobre esa claque se descarga una indignación popular capaz de
convertir la L de León en L de ladrón.
Visto mas allá de los factores desencadenantes de las
recientes e innovadoras movilizaciones en expansión, es preciso subrayar que
cuando los regímenes políticos-sociales se pudren y cuando sus instituciones se
desacreditan y se convierten en inservibles hasta para remedarlos, las nuevas
generaciones emergen al escenario político con papeles protagónicos;
especialmente la juventud de las capas media, una parte de la cual incluso se
torna revolucionaria.
El régimen descompuesto se endurece. Procura amordazar
(modificaciones al código penal en cuanto libertad de expresión, derechos de género,
delincuencia infantil…), profundiza el saqueo (ley del agua, concesiones
mineras onerosas), forma bandas para-policiales tipo “los paleros”, “banda
colora”, Sorongo-banda PEME y ahora MOINPO), niega justicia y arrastra a sus
funcionarios electos y nombrados a una defensa cerrada y violenta de las
instituciones y personas impugnadas.
El partido del régimen se fanatiza y las contrapartes
tradicionales, ya considerablemente descalificadas, son divididas y parcialmente
sobornadas desde el poder aparentemente omnímodo.
Así, el Estado canalla y fallido, sensiblemente
deslegitimado, se combina muchas veces con un vacío de oposición tradicional;
mientras emerge en las calles lo nuevo, esto es, los nuevos actores sociales y políticos
que confluyen con fuerzas revolucionarias debidamente renovadas.
Así aconteció en las postrimerías del Trujillato,
durante el Triunvirato y en el último tramo de los “doce años” de Balaguer.
Ahora es otro tipo de régimen político el que está en
crisis, pero tan degradado… que en su agonía tiende a recurrir a métodos parecidos.
Entramos en el inicio de su fin precisamente cuando
el pueblo comienza a percibir que no lo representa y que sus instituciones se
pudrieron.
18-112012-RD
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.