Por Percy Francisco Alvarado Godoy.
JP
Roque
¿Qué
hemos hecho nosotros de especial? ¿Qué puede hacernos diferentes de los demás?
¿Qué nos puede endiosar como héroes ante las gentes que nos rodean? Absolutamente
nada.
Los
agentes de la nuestros órganos de la Seguridad, sobre todo quienes hemos tenido
la oportunidad de defender a nuestro pueblo de las agresiones terroristas,
dislocados dentro de los grupos terroristas radicados en Estados Unidos, siempre
supimos los riesgos que corríamos. También disfrutamos con sano orgullo la
posibilidad de asumir esa lucha cara a cara contra nuestros enmigos y, en ese
empeño, muchos sacrificaron sus vidas o purgan injusta prisión en cárceles
norteamericanas.
Realmente,
nunca perseguimos glorias ni privilegios; ni tan siquiera premios materiales
que nos diferenciaran del resto de nuestras gentes, pues siempre supimos que
hemos sido parte de un pueblo heroico y que nuestro lugar ha sido servirlo sin
condiciones. Somos tan héroes como el campesino que labra la tierra, sudoroso y
empecinado, para procurar el alimento de los demás; somos tan héroes como el
obrero que dobla sus espaldas ante las máquinas y recibe un salario, estrecho
ciertamente, pero que se satisface por la obra que realiza; somos tan héroes
como nuestros intelectuales que dejan trazos de hermosura en sus realizaciones
y embellecen a nuestras cultura y cubanía; somos tan héroes como los
estudiantes que apuestan largas horas de su tiempo para labrarse un futuro
mejor para sí y de mayor utilidad para la patria futura; somos tan héroes como
cualquiera de nuestros valerosos combatientes y nuestros internacionalistas en
los campos del deporte, de la solidaridad médica y de la enorme obra
alfabetizadora en otros lejanos lares. Ocupamos una trinchera especial, es
cierto, pero cualquier cubano pudiera haberla ocupado, sin vacilar, y tal vez
con un mejor desempeño que nosotros.
Como
parte del pueblo, pasamos las mismas estrecheces materiales que todos, aunque
el único premio que disfrutamos es la sana admiración de ese pueblo digno al
que pertenecemos. Ciertamente, muchos se han acercado a cada uno de nosotros
sugiriendo que debíamos de gozar de atenciones especiales, preferentes, por
nuestro supuesto sacrificio. Honestamente, no las merecemos.
¿Qué
le sorprende a los manipuladores de oficio, acostumbrados a llenarse los
bolsillos por sus campañas de engaño, que nuestra vida sea simple y
sencilla, sin beneficios? Nunca fuimos James Bond, ni llenamos nuestros bolsillos
con altas sumas de dinero, ni tampoco manejamos carros lujosos. Algunos ganamos
salarios aún menores que muchos cubanos que producen, y es justo que así sea.
Lo
más importante es que nunca hemos traicionado nuestra confianza en Fidel, en
Raúl y en nuestro Partido, a pesar de que vivimos en una sociedad que todavía
deja de ser perfecta y a pesar de que ocurren con algunos de nosotros olvidos
por parte de algunos funcionarios, que no representan a la dirección de nuestro
país. Ante esas circunstancias, usamos la honestidad y la confianza en nuestros
jefes, empleamos los canales establecidos y esperamos respuestas que, tarde o
temprano, llegarán. Realmente, aunque a veces, como seres humanos cuestionemos
algunas situaciones, nunca nos hemos sentido abandonados.
Conozco
a Juan Pablo Roque perfectamente y nos reunimos con cierta regularidad. Por
ello me dediqué a ver el video que, al igual que mí, le hizo Tracey Eaton y
también circula en Internet. No hubo en las declaraciones de JP algo
cuestionable, más que la ingenuidad de hacer trascender su situación personal,
sin percatrse que sería burdamente manipulada por nuestros enemigos. Como
cualquier persona tiene el legítimo derecho de vender algunas de sus
propiedades para mejorar su situación económica personal y ese es un asunto
enteramente suyo. Me pregunto, ¿por qué ese revuelo?, ¿por qué esa manipulación
y ese sobredimensionamiento mediático? ¿por qué tergiversar deliberadamente y
especular sin la menor vergüenza en repudiable reality show?
La
excecrable Radio Martí se prestó a esta campaña de manipulación, así como
varios contrarrevolucionarios como Guillermo Fariñas y Antonio G. Rodiles. Este
último declaró a esa falaz emisora: "El destino del doble agente Juan
Pablo Roque, quien alguna vez trabajó para el FBI, no constituye un fenómeno
nuevo". A su vez, el Coco Fariñas, también puso su aporte de difamación:
"Nos enseñaron en los Camilitos y en las Fuerzas Armadas, que Roma paga a
los traidores pero los desprecia, y en un final, fue la persona que guió a los
caza contra las avionetas desarmadas y civiles de Hermanos al Rescate en 1996 y
ahora la vida le está pasando la cuenta."
¿Qué
hay de extraño que JP se lamente por los muchachos fallecidos durante el
derribo de las avionetas el 24 de febrero de 1996? Nunca Cuba quiso que
sucedieran estos hechos, ni JP tuvo culpa de eso. Yo también me lamento por
ello, por esas muertes innecesarias, provocadas por José Basulto y sus socios
mafiosos quienes, sabiendo que Cuba había declarado ante las autoridades de EE
UU su legítimo derecho a defender su espacio aéreo, los lanzaron a tan
fatal aventura. Los verdaderos responsables están en Miami y lucran
desfachatamente por este penoso incidente. Los verdaderos responsables son los
que quieren mantener, a toda costa, separados a nuestros pueblos y hacer
latente la agresividad contra Cuba.
¿Qué
hay de extraño que JP, como ser humano, extrañe a su familia y a los amigos a
los que dejó en Miami? Nunca fuimos allá a lastimar a las gentes, al bello
pueblo norteamericano, a nuestros hermanos cubanos que viven allá, lejos de la
Patria, secuestrados por la satanización mediática de Radio Martí, Telemundo,
Univisión, El Nuevo Herald y otros medios supeditados a la mafia terrorista
anticubana. ¿Es delito acaso, la añoranza? ¿No es tan válida como la que siente
cada cubano en Miami por su tierra? Yo mismo, lo confieso sin tapujos,
amo a Miami, a los tantos y buenos amigos que dejé por allá. Mi pensamiento
está en ellos y perviven, sin odios, en mi corazón. Y me duele, ciertamente me
duele, que unos pocos políticos de ultraderecha, mafiosos terroristas,
corruptos e intolerantes, les aparten de Cuba.
¿Qué
hay de extraño y repudiable que JP destaque la disciplina y otras bondades que
vio en EE UU, sobre todo de los afronorteamericanos, y anhele, en el sano
parámetro de su profesión, su deseo de pilotear un avión? Los que le conocemos,
sabemos de su amor por la aviación, profesión que ha sido la parte más hermosa
de su vida. Estados Unidos no es perfecto, pero hay cosas que aprender en
ellos, como también hay muchas cosas que aprender de Cuba.
Yo
también apuesto, como JP, por un acercamiento entre nuestras dos naciones, pero
sobre la base del respeto mutuo, de aceptarnos como somos cada uno y sin tratar
de imponernos una guerra sucia y desestabilizadora. ¿Qué pensaría EE UU si Cuba
enviara grandes sumas de dinero a mercenarios para provocar la
desestabilización del gobierno? ¿Qué pensaría EE UU si Cuba indicara a personas
sin escrúpulos que les difamaran, que mintieran e hicieran todo lo
posible por maquinar la farsa de venderla ante el mundo como un país
patrocinador del terrorismo, del narcotráfico y de todas las culpas posibles?
¿Qué pensaría EE UU si Cuba autorizara a avionetas cubanas a violar
descaradamente su espacio aéreo?
Advierto
que esta manipulación tiene una clara finalidad, además de vender un
inexistente abandono y descontento entre nuestros combatientes. Está dirigida a
desestimular la heroica campaña de mucha gente digna y honesta por procurar la
libertad de nuestros Cinco Hérores, la que cada vez va ganando terreno en el
mundo y dentro del propio pueblo norteamericano.
Creo
que Tracey Eaton, particularmente, faltó a su honor como periodista por filtrar
parte de la conversación que JP creía estar en OFF y entregar estas
declaraciones a un programa de América Tevé, cuyo moderador es el anticubano
Oscar Haza. Empero, todo es parte, sucia y burda, de la guerra ideológica
contra Cuba. Sobre eso, no hay la menor de las dudas.
Mucho
podrá alimentarse al nauseabundo y ávido sensacionalismo. Mucho podrá seguir
hablándose sobre este tema por los promotores de la falaz guerra sucia contra
nuestra Patria. Sin embargo, honestamente, espero que Juan Pablo pueda vender,
al fin, su casa, como todo cubano puede hacerlo y encuentre la felicidad que
merece. Yo seguiré con la mía, pequeña y agrietada, y con mi Lada que ya tiene
un mejor rostro. Seguiré con mi modesto salario, fiel a mis ideas,
recuperándome de una operación y siempre dispuesto, como lo aprendí de Fidel, a
enfrentar a las adversidades y a los tercos enemigos. Así somos los
combatientes de la Seguridad Cubana.
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