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| Chávez llega a la parroquia "23 de Enero" para votar y es recibido con júbilo. |
Por César Jerez / Prensa
Rural
Lunes 8 de octubre de
2012
Despúes de cerca de 4 horas de enorme tensión y expectativa,
hacia las 10 de la noche se conocía el primer boletín de la Comisión Nacional
Electoral. Chávez se imponía de nuevo en unas ellecciones con el 54% de los
votos, con una ventaja de 10 puntos sobre su contendor, Capriles Radonsky.
Quedaban atrás todas las versiones de la desinformación, que
desde tempranas horas daban por ganador a Capriles. Una vez leído el boletín
electoral, el pueblo en Miraflores y en toda la Caracas popular se dedicó a
celebrar, fiesta que ya muchos habían empezado desde las 6 de la tarde.
Con el 96,93 % de las actas procesadas, Chávez obtiene
8.062.056 votos, lo que equivale al 55,14% . Mientras que Capriles alcanza
6.468.450 sufragios, lo que representa el 44,24%.
Solo en dos estados de las 24 entidades regionales, Táchira
y Mérida, fue triunfador el candidato opositor.
En Miraflores, decenas de miles de personas se embriagaban
con la victoria. Chávez abrió el balcón cantando el himno de Venezuela: “Gloria
al bravo pueblo…”. El cuadro era emotivo, la enorme tensión de horas se
disipaba en un minuto, el llanto y los gritos de miles de personas cantaban la
victoria, esta vez mucho más sufrida.
El proceso bolivariano se impuso de nuevo, pero la oposición
recuperó terreno electoral, el margen se estrecha. Lo que pone al proceso en la
disyuntiva de corregir urgentemente los lastres acumulados en materia de
corrupción y seguridad ciudadana, fundamentalmente, o salirse de las reglas de
juego de la democracia liberal.
La revalidación de Chávez genera estabilidad dentro y fuera
de Venezuela, es un espaldarazo a la progresía latinoamericana y al naciente
proceso de paz en Colombia. Una derrota de Chávez ubiese cambiado el destino de
millones de pobres venezolanos y significaba un abrupto viraje en la agenda
latinoamericana. Hoy todo es alegría, pero también el inicio de la cuenta
regresiva que implica acelerar y cualificar el proceso de cambio económico,
político y social.
“Ganamos los pobres”, resumía con su alegría la jornada un
hombre maduro, mulato, mientras sus lágrimas humedecían los jardines de
Miraflores.
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