Hugo Chávez va por su cuarto mandato presidencial
Caracas será hoy un mar de color rojo, con el cierre de la campaña de Chávez.
Estados Unidos apuesta a que Venezuela dé marcha atrás en su |proceso de cambio,
pero todo indica que éste seguirá adelante.
Por Emilio Marín
Venezuela tiene 29 millones de habitantes,
que en este tramo final de la campaña están polarizados al máximo. Si bien hay seis
candidatos, solamente dos disputan la estadía 2013-2019 en el Palacio de Miraflores.
Uno, que ya está allí desde 1999, es
Hugo Chávez, de izquierda y antiimperialista, de origen militar, que ha triunfado
en trece de las catorce elecciones habidas en estos años. Corre con los colores
del Gran Polo Patriótico vertebrado alrededor del Partido Socialista Unificado de
Venezuela (PSUV).
El otro, que fue gobernador del estado
de Miranda, es Henrique Capriles, de centroderecha y procedencia empresaria, quien
ganó en febrero pasado una interna entre varias agrupaciones de la Mesa de Unidad
Democrática (MUD).
Las dos coaliciones han hecho grandes
demostraciones de fuerza, con mitines muy numerosos en todo el país y con centro
en la capital. El domingo pasado hizo el suyo Capriles, cuyo “Comando Venezuela”
y los medios privados, en sintonía, aseguraron que había reunido un millón de personas.
Que fue una demostración de convocatoria
importante, no cabe duda. Pero la cifra de asistentes no llegó a la mitad y fue
duplicada para impactar en el electorado y, sobre todo, en las encuestas.
Hoy cierra en ese mismo lugar el presidente.
Y su “Comando Carabobo” se propuso reunir a medio millón de personas. Ana Elisa
Osorio, de ese Comando, dijo que ese era el objetivo para el acto, cuando abarrotarán
las siete avenidas del centro de Caracas: Universidad, México, Fuerzas Armadas,
Baralt, Lecuna, Bolívar y Urdaneta.
A última hora de la jornada se termina
el proselitismo, como pausa para que el domingo 7 (7-O, como se lo conoce en los
medios) llegue el momento de la verdad. Están en condiciones de votar 19 millones
de ciudadanos y se estima que lo hará un 75-80 por ciento de ese total, más de 15
millones. Esa estimación de participación tuvo la consultora GIS XXI de Jesse Chacón,
ex ministro chavista y afín al gobierno. Otras fuentes tienen estimaciones similares.
La mayoría de las encuestas han arrojado
pronósticos favorables a una victoria del oficialismo, por márgenes que van de 10
a 22 puntos. Unas pocas, cuatro para ser precisos, han informado que ganaría Capriles
por hasta 4 puntos. El domingo comenzará a develarse la incógnita, merced a un Consejo
Nacional Electoral (CNE) y su “Plan República” que en las varias últimas elecciones
venezolanas ha demostrado eficacia y limpieza de procedimientos.
Tibisay Lucena, la titular del CNE,
reiteró que el organismo garantizará absolutamente el respeto a la libre voluntad
popular expresada en las urnas.
¿A quién votará Obama?
En su recorrida por el interior, Chávez
arriesgó que si Barack Obama fuera nacido en Venezuela, en zona de afrodescendientes,
votaría por él. Del mismo modo, confesó que si él tuviera que sufragar en EE UU
lo haría por Obama.
Esta última hipótesis en plausible,
porque en los comicios estadounidenses del 6 de noviembre es posible que para mucha
gente y el propio bolivariano resulte un “mal menor” sufragar por el candidato demócrata,
frente al republicano de extrema derecha, Mitt Rommey.
Pero que el mandatario norteamericano
votaría por Chávez no resiste el menor análisis, porque aquél tiene su claro favorito
en Venezuela: Capriles. Durante años el Departamento de Estado y la embajada de
EE UU en Caracas, más el Comando Sur y su grupo de militares residentes en el Fuerte
Tiuna (hasta que Venezuela los expulsó), han apostado por el derribo del presidente,
a como diera lugar.
Lo intentaron de diversas formas, con
sanciones contra Venezuela y prohibiciones de venta de armas, y con denuncias y
calumnias de que Caracas favorecía el narcotráfico y el terrorismo. El menú combinó
golpes mediáticos propinados junto con el conglomerado de prensa adicto a la SIP,
denunciando que Chávez violaba la libertad de prensa. O directamente intentaron
golpes de Estado propiamente dichos como el de abril de 2002.
En el medio hubo aliento estadounidense
para el lock out patronal en PDVSA en 2003, tratando de inutilizar el brazo productivo
y financiero de Miraflores. Es que esa petrolera aporta el 85 por ciento del ingreso
estatal y quebrarla habría sido la antesala de la bancarrota gubernamental.
Esa enemistad ha sido rasgo saliente
de los presidentes norteamericanos que pasaron por la Casa Blanca desde 1999 a la
fecha. Y tiene al menos dos razones básicas que la explican. En lo económico, el
país sudamericano cuenta con las reservas petroleras certificadas más elevadas del
planeta, avaladas por la OPEP. Y se sabe el apetito voraz del imperio por todo lo
que signifiquen los hidrocarburos; en caso de duda se puede preguntar a los pobres
iraquíes, libios y otros pueblos objeto de sus agresiones. Y en lo político, para
Washington es intolerable un gobierno como el bolivariano, que alienta una línea
nacional y popular en Latinoamérica, de más autonomías y cooperación Sur-Sur, solidario
con Cuba, amigo del bloque tercermundista BRICS, de activo comercio con Irán, etc.
Esa opinión de Chávez sobre cuál sería
el voto de Obama en Venezuela (claro que su hipótesis partió de que éste habría
nacido en Venezuela) pareció uno de los pocos yerros de la campaña. Lo demás fue
impecable, pues pidió el voto para no volver a la Venezuela de la IV República,
esa que tenía un nivel de pobreza del 60 por ciento (hoy no llega al 20 por ciento).
“La Nación” de Buenos Aires admitió que la disminución fue del 49 al 29 por ciento,
también una buena performance.
Ojo con la violencia
Aunque la mayoría de encuestas vaticinan
un amplio triunfo de Chávez, otras voces simpatizantes del presidente creen que
será más ajustado. Entre estos se halla el profesor de izquierda James Petras, quien
hizo el siguiente análisis en un reportaje de Radio Centenario, de Uruguay: “Chávez
va a ganar, pero con un margen menor del que querían o pronosticaron. No creo que
alcance el 60% ni los diez millones de votos. Van a conseguir menos votos, van a
ganar creo, con un margen de entre el 8 y el 10% de diferencia, respetable, una
victoria contundente en cualquier otro país”.
Si la diferencia es de diez puntos o
más, se estrechan notablemente las posibilidades de que la oposición oligárquica
pueda poner en duda la limpieza del comicio y cantar “fraude”, que es su plan recóndito.
Si en cambio la ventaja chavista se hiciera más escasa, menos de cinco puntos, arreciaría
esa denuncia del candidato de la MUD, amplificada por los medios privados que se
la tienen jurada a Chávez. El conglomerado mediático patronal lo odia, especialmente
los dueños del canal RCTV al que el gobierno no le renovó la licencia en 2008, los
de Globovisión, etc.
Estos intereses políticos y empresariales
creen llegado el momento de volver atrás el proceso bolivariano y recuperar sus
privilegios. Por eso tratarán de ganar en las urnas y, si no pueden allí, atizarán
la violencia callejera. ¿Y con eso les alcanzaría? No, pero su aspiración es que
esos embates provoquen la intervención extranjera, especialmente del imperio. Si
además de condenas y sanciones hubiera implicancia del Comando Sur y de la IV Flota,
tanto mejor para las mentes más calenturientas de la oposición. Las otras, más centradas,
pueden orientarse –tras una lenta digestión de la derrota- a acumular más fuerzas
políticas para las legislativas de diciembre, y las alcaldías y gobernaciones de
estados que hoy detentan.
La denuncia de “fraude” en condiciones
de voto electrónico no tiene asidero. Más aún, uno de los rectores del Consejo Electoral
Nacional que pertenece a la oposición, Vicente Díaz, declaró ayer a Globovisión:
"no hay ninguna posibilidad de fraude; estoy seguro que ambos candidatos van
a reconocer la victoria de quien gane. La opción que pierda reconocerá sus resultados
porque sus técnicos estuvieron ahí, evaluaron el software y sus testigos participaron
en el proceso”. Ojalá así sea. Ojalá Díaz no cambie de opinión bajo la presión de
MUD. La oposición quedó de cama por un pronóstico. No fueron las notas de opinión
favorables a Chávez en la Agencia Venezolana de Noticias, Telesur y otros medios.
Tampoco las encuestas de GSI XXI y del grueso de las encuestadoras.
Lo que descolocó a Capriles fue que
la firma inversionista Bank of America- Merrill Lynch advirtiera a sus clientes
en todo el mundo: “el escenario más probable para el próximo 7-O es una victoria
del presidente Chávez con una ventaja de dos dígitos”.
En el acto multitudinario de hoy en
Caracas algunas fotos podrían ser sacadas desde mucha distancia. Por ejemplo, desde
639 kilómetros de altura y el satélite Miranda, puesto en órbita por Venezuela con
colaboración de China.
Costó 140 millones de dólares y en tres
meses toda su operatoria será puesta en manos de técnicos venezolanos, para alegría
del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. No será un error del satélite.
El Mar Rojo, este jueves, no estará en el Índico, sino entre esas siete avenidas
de Caracas.
Fuente: http://www.laarena.com.ar/opinion-hugo_chavez_va_por_su_cuarto_mandato_presidencial-82862-111.html
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