jueves, 11 de octubre de 2012

El Imperio y sus amigos tratan de digerir la derrota




Victoria de Chávez, gran impulso al cambio de época regional

Hugo Chávez no recibió una felicitación del Departamento de Estado. Y es lógico: ese resultado desbarata muchos de sus planes de dar marcha atrás con los vientos de cambio que soplan en la región.
Por Emilio Marín
Se acabaron los pronósticos sobre las elecciones en Venezuela. El pueblo de ese país ya votó, en un comicio transparente, con mecanismos modernos, sin denuncias ni irregularidades, monitoreado eficazmente por el Consejo Nacional Electoral presidido por Tibisay Lucena y con representación de un rector de la opositora Mesa de Unidad Democrática.
Se llamaron a silencio las encuestadoras y hablaron los votantes. Los guarismos del CNE son muy claros. Hugo Chávez, del Gran Polo Patriótico, obtuvo el 55,11 por ciento (8.044.000 votos). Henrique Capriles, de la MUD, logró el 44,27 por ciento (6.461.000 votos), quedando detrás por casi 1.5 millón de sufragios y 11 puntos porcentuales.
Chávez llamó a eso la “victoria perfecta”. Los antichavistas deberían admitir que si no fue perfecta, al menos fue indiscutible.
Esa oposición puede reclamar la parte positiva que le toca. La amplia participación del electorado no puede ser atribuida únicamente al gobierno. Según el reporte de Lucena, hubo un 81 por ciento de participación, cuando el voto no es obligatorio. Es una marca extraordinaria de la democracia venezolana, tan vilipendiada por Washington y sus amigos.
Esos poderes capitalistas fulminan al sistema venezolano como si fuera casi una dictadura, pero el nivel de participación de los votantes es altísimo a la hora de decidir quién ocupa el Palacio de Miraflores. Y en cambio, en Estados Unidos, la capilla de la democracia universal, sufraga la mitad del padrón y quien gana obtiene la mitad de esa mitad, o sea el 25 por ciento real. Y con ese capital, dudosamente mayoritario, les alcanza para regir los destinos de esa superpotencia durante dos mandatos de cuatro años y del mundo, o de gran parte de éste, usando capital, marines y medios de comunicación.
Sobre el escaso apego del imperio a los mecanismos institucionales se puede traer a colación las 20 votaciones en la Asamblea General de la ONU donde fue instado a levantar el bloqueo contra Cuba. Sin embargo, el próximo 13 de noviembre será la 21, con igual pronóstico de paliza cubana, sin que la Casa Blanca se de por aludida.
En su conferencia de prensa, Chávez dijo en el Salón Ayacucho, de Miraflores, que “si alguien quiere ver una democracia vigorosa, digna y sólida, venga a Venezuela”. Una elección modelo, supervisada por expertos y 10.000 periodistas extranjeros, sin que se denunciara ningún incidente ni irregularidad. El resultado fue dado por el CNE recién cuando la tendencia era irreversible, sin “sondeos a boca de urna” con resultados subjetivos y no ajustados a la ley, etc. Todo eso dio sólido pie a ese comentario presidencial. La CNN y demás detractores tuvieron que hacer mutis por el foro.
Casa Blanca a oscuras
Ese domingo a la noche el ganador salió al Balcón del Pueblo y habló a la multitud, incluyendo a la oposición entre sus agradecimientos. Al día siguiente tuvo una conversación con Capriles, que nobleza obliga, admitió su derrota y desactivó cualquier protesta que pudiera estar pergeñando algún ultra.
Chávez insistió en su convocatoria a la unidad nacional y admitió que tendrá que mejorar aspectos de su política hacia la oposición. Empero, puso énfasis en las que ésta deberá corregir de su visión catastrofista, según la cual todo lo que hace el gobierno está mal. Cualquier parecido con lo que dice y hace la oposición conservadora en Argentina no es pura coincidencia.
Desde muchos rincones del mundo llegaron los plácemes al ganador, que gobernará entre 2013 y 2019. El Departamento de Estado no felicitó al presidente sino sólo “al pueblo” y abogó por la oposición, para que sea tenida en cuenta por el gobierno. “Felicitamos al pueblo venezolano por la alta participación y la forma generalmente pacífica en que se llevaron a cabo estas elecciones. Creemos que las opiniones de los más de 6 millones de personas que votaron por la oposición deben tenerse en cuenta de ahora en adelante”, planteaba el comunicado del vocero del Departamento de Estado, William Ostick.
Para Hillary Clinton, Chávez sería un dictador: tiene un origen democrático, pero esa condición se evapora durante la gestión. La teoría es repetida entre nos por Mauricio Macri, Francisco de Narváez, Federico Pinedo, Patricio Bullrich y otros, alimentados en ideas por Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá, Jorge Lanata y la embajada de EE UU en Palermo.
El viajero Pinedo, coherente con ese enfoque del PRO, sostuvo el 9 de octubre en “La Nación”: “me parecía estar en una campaña electoral en la Unión Soviética. La utilización de los recursos del Estado para hacer personalismo presidencial es abierta y absoluta; el Estado monopoliza medios y los partidiza sin disimulo; el poder no está sujeto a reglas; las fuerzas militares usan divisas partidarias y patrullan la ciudad motos con milicianos aparentemente irregulares vestidos de verde y portando casco; hay persecuciones a los que votan en contra”.
La realidad muestra que desde 1998 hubo 16 elecciones y todas menos una fueron ganadas por Chávez, quien perdió el plebiscito de 2007, por 1.5 puntos. Si eso es una dictadura, “La Nación” sería “Iskra” (La Chispa, bolchevique).
El ganador contó que el primer llamado que recibió esa noche de gloria fue de Cristina Fernández de Kirchner, antes del informe de la CNE, “porque ella era como que no aguantaba, ante los rumores que algunos medios echaron a correr de que había empate o Capriles estaba ganando”. Después CFK tuiteó, feliz, que aquél había arado en la tierra y recogido la cosecha, en alusión a la amargura de Simón Bolívar que alguna vez dijo haber “arado en el mar”.
“Viva el cáncer”
Si alguien imagina que la oposición venezolana va a entender razones y valorar las muchas cosas positivas de la actual gestión, es casi seguro que se va a equivocar. No tanto con Capriles, sino en cuanto al grueso de la oposición nucleada en la MUD pero también en la constelación de medios privados, el mundillo financiero y empresario, y la corte de amigos de Washington en la Caracas rica y Miami.
Esos sectores piensan, con lógica gorila, que Chávez es “un orangután” y un dictador. Que ganó porque se gasta el petróleo venezolano en alimentar “a vagos y mal entretenidos” del país y financiar a Cuba y otras “dictaduras populistas” del ALBA. Y que los beneficiarios de los programas sociales del gobierno son una manga de corruptos y cobardes, que votan presos de esos beneficios.
El español Daniel Lozano, columnista desde Caracas de “Gaceta Ganadera”, y otros medios de la SIP, escribió la columna “Programas sociales, medios y dinero, algunas de las nueve claves de la victoria”. Allí trató de explicar el resultado debido a “los 34 programas de asistencia emprendidos por Chávez fortalecieron su músculo social. Gracias a las misiones, las zonas marginales del país se sienten protegidas: subsidio alimentario y servicios básicos (Misión Mercal y Pdval), salud (Barrio Adentro), educación (Misión Robinson y Ribas) y vivienda, la nueva estrella de estos programas. Se calcula que los beneficiarios directos de las misiones son 4,5 millones de venezolanos”.
¿Serían 4,5 millones de votos cautivos? Así se desprendería de la visión sesgada de este periodista, tan falsa contra Chávez que fue dejado cesante en abril de este año por el medio español Público. El gurka antichavista centró su ataque en la Misión Hábitat: “Otro programa con el que se garantiza una lealtad a prueba de bomba”.
Ese mismo odio e incomprensión de las razones materiales y espirituales del voto venezolano alcanzan también a próceres del periodismo local. Morales Solá publicó el 9/10 su nota “Kirchnerismo y chavismo, cada vez más parecidos”. Según el amigo del general Bussi, “los dos gobiernos, surgidos legítimamente de elecciones democráticas, se consideran "revolucionarios" y esa condición los coloca por encima de las reglas de la democracia. Pierden en el ejercicio, por lo tanto, la legitimidad que tuvieron en el origen”.
Golpeados políticamente por Venezuela, son más papistas que el Papa. Washington está mal por esa victoria chavista, pero sus amigos se sienten aún peor. Ahora, desorientados, van a volver a poner el acento en el cáncer que sufrió Chávez, con la esperanza de que la enfermedad resurja y de por tierra con el proceso bolivariano. A su manera, ellos también escriben, como en 1952, “Viva el cáncer”.
Esa es la coalición internacional de mucho poder que cayó derrotada, como subrayó Chávez. Si siguen embistiendo con proyectos neoliberales apenas embozados, seguirán cosechando fracasos. Esta vez son los enemigos de Bolívar los que araron en el mar y se fueron al fondo.
Lozano escribió: “Todo periodista internacional que trabaja en Caracas sabe cómo son las presiones del poder… Y sí, espero no correr riesgos, más allá de los habituales en la ciudad más salvaje del mundo”. Sólo Jorge Lanata comparte esa afrenta a Caracas: no es el paraíso pero tampoco la capital mundial del salvajismo.
Fuente: http://www.laarena.com.ar/opinion-victoria_de_chavez__gran_impulso_al_cambio_de_epoca_regional-83251-111.html

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