Por Galel
Cárdenas
En todos
los países del planeta donde se quiso y admiró al revolucionario del siglo XXI,
Hugo Chávez, presidente de Venezuela, se rindió un homenaje especial a su
trascendencia protagónica en favor de los pobres del mundo, a quienes entregó
toda su vida fulgurante llena de solidaridad y compromiso revolucionario, líder
indiscutible que proclamó el socialismo del siglo XXI como un replanteamiento
latinoamericano de las teorías europeas de un nuevo modo de producción
antagónico al capitalismo y su inhumano sistema neoliberal que destruye el
mundo de los países dependientes de su sistema injusto y explotador.
Un mes de
muerto cumplió el 5 de abril, el más llorado presidente de América Latina, el más sentido líder de la revolución del
continente de la esperanza, el más auténtico dirigente que amaba niños, mujeres
y pobres como ninguno otro, y que por ellos asumió todos los riesgos y todas
las acciones para encausar un nuevo
modelo de humanismo, solidaridad, justicia y equidad social en su amada
Venezuela.
Venezuela
que fue convertida en modelo de solidaridad por los pobres con el conjunto de
medidas que ayudaron a solucionar los problemas concretos del hambre, la
pobreza, la salud, la vivienda, la educación, la agricultura, la ciencia, el
arte, la productividad, el deporte, el petróleo, en fin, todo aquello que significaba un
avance sustancial de amor por los explotados, los desheredados de la sociedad
clasista.
Y esa
solidaridad de clase para su Venezuela la fue trasladando a países pequeños y
menos desarrollados de todo el continente con sus proyectos americanos como el
Alba, Petro Caribe, Unasur, etc. , en fin, un propuesta de lucha común, de
frente internacional para erradicar la nefasta influencia del imperio sobre las
economías y cultura de los pueblos latinoamericanos.
Es el
nuevo modelo que forjó con sentimiento bolivariano sin precedentes, en donde el
fin ulterior era erradicar la medida del
dólar como relación financiera y económica entre los países que aceptaran el
nuevo modelo de cooperación sin ventajismos, ni explotaciones de un país por
otro, de un pueblo contra otro pueblo.
Viajó
intensamente en la búsqueda de la cooperación entre los pueblos independientes
fuesen asiáticos, europeos, africanos o
del medio oriente. No escatimó ningún esfuerzo para vincular a los pueblos del
planeta mediante convenios, acuerdos, tratados y demás formas de unión entre
gobiernos populares y pueblos en pleno desarrollo, así arrebató el liderazgo al
modelo neoliberal europeo y norteamericano que someten a sus propios pueblos a la miseria, al
abandono, a la orfandad.
Y así
detuvo en su Venezuela y en los países del cono sur de América, la más vil de
todas las explotaciones del sistema bancario, salvado sólo por los organismos
internacionales que dominan las economías del mundo, y que arrojan a la más
miserable pobreza, a los pueblos donde los explotados sufren la inclemencia del
hambre y del desajuste social.
Y de este
modo mientras en Europa los indignados recorren calles y ciudades pidiendo
justicia, en América Latina los dignificados recorren los mismos espacios para
vitorear al héroe de la dignificación del hombre, para agradecerle ahora muerto
todos sus esfuerzos revolucionarios, para proseguir su ejemplo de firmeza,
convicción y deseos de servicio para el pueblo que necesita recorrer un nuevo
sendero de prosperidad colectiva.
A treinta
días de la muerte del compañero inmortal bolivariano, Hugo Rafael Chávez
frías, no queda menos que agradecerle
altamente su ejemplo, y su pensamiento revolucionario renovador, su teoría
socialista latinoamericana del siglo XXI que habrá de conducir las nuevas
generaciones políticas y sociales en pos de la justicia, la equidad y la
felicidad humana de América Latina.
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