martes, 30 de abril de 2013

Mi encuentro en Praga con Jerónimo Carrera y una lección histórica




Mi encuentro en Praga con Jerónimo Carrera y una lección histórica


Por Roberto Romero Ospina

En los pueblos indígenas cuando muere un patriarca se dice que con él se va una biblioteca entera. Toda la sabiduría en un hombre. Ahora nos llega la noticia del fallecimiento de otro patriarca: Jerónimo Carrera Damas, presidente del partido comunista venezolano a sus 91 años.

Pero a diferencia de los pueblos antiguos, el veterano líder revolucionario dejó una memoria completa de luchas y miles de escritos, la mayoría de ellos publicados por años en el vocero del PCV, Tribuna Popular del que fue su director.

Y centenares de conferencias y charlas tras más de 70 años de militancia sin interrupciones y su libro extenso Bolívar visto por marxistas.

Lo vi solo una vez en la vida. Por allá en agosto de 1967 en Praga donde participaba de las actividades de la Federación Sindical Mundial FSM, de la que fue más tarde uno de sus secretarios.

Corrían los tiempos del despotismo de Rómulo Betancur y con él la ilegalización del partido comunista venezolano. Se actuaba bajo la más absoluta clandestinidad mientras tenía lugar una vasta lucha armada con decenas de acciones, incluso en las grandes ciudades que conmovían al mundo.

Muchos cuadros tomaban el camino del exilio para salvar su vida.

Jerónimo Carrera andaba pendiente de quiénes hacían tránsito en Praga, camino a Moscú. En esa escala obligada, rumbo a la escuela de cuadros del Komsomol soviético (juventud comunista soviética), nos visitó al hotel Internacional donde se alojaba la pequeña delegación de jóvenes comunistas colombianos.

Afable y con educada cortesía, invitó a los dos únicos colombianos que encontró en ese instante: al autor de estas líneas y a Luis Otero Cifuentes para que asistiéramos a un pequeño homenaje de aniversario de la juventud comunista de Venezuela que tendría lugar en un salón de la FSM, en la histórica avenida de Wenceslao.

No tuvimos inconveniente alguno y allí, ante una veintena de asistentes dimos un saludo a la hermana organización. Una vez terminado el acto, nos tomó del brazo y nos hizo seguir a su oficina.

“Muchachos, como ustedes salen mañana para Moscú, no sé si tendrían algún reparo en llevar esta encomienda a nuestro secretario general que lleva algunas semanas esperando su envío”, nos comentó.

Se trataba de una reluciente máquina de escribir Remington, toda negra con sus tipos latinos y que obviamente era casi imposible encontrar en la capital soviética dado el predominio del alfabeto cirílico.

Para nosotros era un honor semejante encargo, llenos del romanticismo de los años mozos: cómo nos íbamos a oponer sabiendo que nos veríamos con Jesús Farías, el mismísimo secretario general del PCV, fundador del movimiento obrero de los petroleros. El legendario luchador que en 1955 fuera electo como el máximo jefe de la organización estando en prisión. Y que una vez libre en 1958, en 1963 conociera nuevamente la cárcel junto a otros parlamentarios después del golpe de Betancourt al Congreso Nacional. Permaneció detenido hasta 1966, cuando es expulsado del país debido a su precario estado de salud.

De tal manera que pocas meses después de su liberación, tuvimos la oportunidad de saludarlo una vez llegamos a Moscú aquel agosto de 1966. Farías pasó a recoger el recado al hotel de Aeroflot donde pasamos nuestro primer día, y con él sostuvimos una animada charla sobre la situación de Venezuela mientras no dejaba de acariciar la vieja Remington donde escribiría hasta 1968 cuando pudo regresar a Venezuela.

A Jerónimo Carrera no lo volví a ver jamás. Ni tampoco mi compañero de viaje y de habitación durante un año en la escuela de Moscú y quien se convirtiera en comandante guerrillero del M-19. Otero dirigió, en noviembre de 1985, el operativo de la toma del Palacio de Justicia con el resultado de todos conocido. Para ese entonces yo ya me encontraba en las filas comunistas y como redactor del semanario Voz.

Sin embargo, atento al proceso que empezó a vivir Venezuela con el triunfo de Chávez hace 14 años, leía las acuciosas notas y reflexiones de Carrera, presidente del partido comunista, sobre la revolución bolivariana.

Entre ellas, la famosa entrevista donde criticaba, bajo su óptica marxista, algunos hechos del proceso. Y que la vida le otorga hoy toda la razón más si tenemos en cuenta los recientes resultados electorales

En enero de 2010 se atrevió a decir que “después de 10 años, hemos fallado en algo clave para el socialismo: la industrialización del país. Venezuela carece de una base industrial, matriz del proletariado; todo se importa; desde productos tecnológico hasta alimentos”,

Y añadía: “La solución no son pequeñas empresas, sino una gran industria. Y Venezuela tiene hierro, aluminio, una central hidroeléctrica y petróleo para ser una potencia. ¿Dónde está el desarrollo? Hace 60 años se creó una siderúrgica que sólo reporta perdida. No hay un automóvil hecho en el país. PDVSA no cuenta con una flota de barcos. La industria naval debería ser un pilar de desarrollo. ¿Qué pasaría si Estados Unidos declara un boicot naviero”?

Mientras en países como México, e incluso Colombia, hay 2.3 y 1.7 industrias por cada 1000 habitantes, en Venezuela solo 0.25 con los resultados que esto conlleva y que hoy la revolución bolivariana reconoce como uno de los problemas de urgencia a resolver

Después de la lluvia de críticas que recibió Carrera por su valor civil de señalar, con plena honestidad, las fallas que todos veían, pero que nadie se atrevía a decir desde el campo revolucionario, las aguas de la unidad volvieron a su nivel.

El primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, lamentó en nombre de la tolda roja el fallecimiento del presidente del partido comunista de Venezuela, Jerónimo Carrera, ocurrido la madrugada de este lunes 29 de abril.

 ”Queremos enviarle a todos los camaradas del partido comunista de Venezuela nuestro pesar, nuestra condolencia, por el fallecimiento del compañero Carrera”, indicó. Un reconocimiento a una leyenda de la revolución venezolana.




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