Mi encuentro en Praga con Jerónimo
Carrera y una lección histórica
Por Roberto Romero Ospina
En los pueblos indígenas cuando muere un patriarca se
dice que con él se va una biblioteca entera. Toda la sabiduría en un hombre.
Ahora nos llega la noticia del fallecimiento de otro patriarca: Jerónimo
Carrera Damas, presidente del partido comunista venezolano a sus 91 años.
Pero a
diferencia de los pueblos antiguos, el veterano líder revolucionario dejó una
memoria completa de luchas y miles de escritos, la mayoría de ellos publicados
por años en el vocero del PCV, Tribuna Popular del que fue su director.
Y centenares de
conferencias y charlas tras más de 70 años de militancia sin interrupciones y su
libro extenso Bolívar visto por marxistas.
Lo vi solo una
vez en la vida. Por allá en agosto de 1967 en Praga donde participaba de las
actividades de la Federación Sindical Mundial FSM, de la que fue más tarde uno
de sus secretarios.
Corrían los
tiempos del despotismo de Rómulo Betancur y con él la ilegalización del partido
comunista venezolano. Se actuaba bajo la más absoluta clandestinidad mientras
tenía lugar una vasta lucha armada con decenas de acciones, incluso en las
grandes ciudades que conmovían al mundo.
Muchos cuadros
tomaban el camino del exilio para salvar su vida.
Jerónimo
Carrera andaba pendiente de quiénes hacían tránsito en Praga, camino a Moscú.
En esa escala obligada, rumbo a la escuela de cuadros del Komsomol soviético (juventud comunista soviética),
nos visitó al hotel Internacional donde se alojaba la pequeña delegación de
jóvenes comunistas colombianos.
Afable y con
educada cortesía, invitó a los dos únicos colombianos que encontró en ese
instante: al autor de estas líneas y a Luis Otero Cifuentes para que
asistiéramos a un pequeño homenaje de aniversario de la juventud comunista de
Venezuela que tendría lugar en un salón de la FSM, en la histórica avenida de
Wenceslao.
No tuvimos
inconveniente alguno y allí, ante una veintena de asistentes dimos un saludo a
la hermana organización. Una vez terminado el acto, nos tomó del brazo y nos
hizo seguir a su oficina.
“Muchachos,
como ustedes salen mañana para Moscú, no sé si tendrían algún reparo en llevar
esta encomienda a nuestro secretario general que lleva algunas semanas
esperando su envío”, nos comentó.
Se trataba de
una reluciente máquina de escribir Remington, toda negra con sus tipos latinos
y que obviamente era casi imposible encontrar en la capital soviética dado el
predominio del alfabeto cirílico.
Para nosotros
era un honor semejante encargo, llenos del romanticismo de los años mozos: cómo
nos íbamos a oponer sabiendo que nos veríamos con Jesús Farías, el mismísimo
secretario general del PCV, fundador del movimiento obrero de los petroleros.
El legendario luchador que en 1955 fuera electo como el máximo jefe de la
organización estando en prisión. Y que una vez libre en 1958, en 1963 conociera
nuevamente la cárcel junto a otros parlamentarios después del golpe de
Betancourt al Congreso Nacional. Permaneció detenido hasta 1966, cuando es
expulsado del país debido a su precario estado de salud.
De tal manera
que pocas meses después de su liberación, tuvimos la oportunidad de saludarlo
una vez llegamos a Moscú aquel agosto de 1966. Farías pasó a recoger el recado
al hotel de Aeroflot donde pasamos nuestro primer día, y con él sostuvimos una
animada charla sobre la situación de Venezuela mientras no dejaba de acariciar
la vieja Remington donde escribiría hasta 1968 cuando pudo regresar a
Venezuela.
A Jerónimo
Carrera no lo volví a ver jamás. Ni tampoco mi compañero de viaje y de
habitación durante un año en la escuela de Moscú y quien se convirtiera en
comandante guerrillero del M-19. Otero dirigió, en noviembre de 1985, el
operativo de la toma del Palacio de Justicia con el resultado de todos conocido.
Para ese entonces yo ya me encontraba en las filas comunistas y como redactor
del semanario Voz.
Sin embargo,
atento al proceso que empezó a vivir Venezuela con el triunfo de Chávez hace 14
años, leía las acuciosas notas y reflexiones de Carrera, presidente del partido
comunista, sobre la revolución bolivariana.
Entre ellas, la
famosa entrevista donde criticaba, bajo su óptica marxista, algunos hechos del
proceso. Y que la vida le otorga hoy toda la razón más si tenemos en cuenta los
recientes resultados electorales
En enero de
2010 se atrevió a decir que “después de 10 años, hemos fallado en algo clave
para el socialismo: la industrialización del país. Venezuela carece de una base
industrial, matriz del proletariado; todo se importa; desde productos
tecnológico hasta alimentos”,
Y añadía: “La
solución no son pequeñas empresas, sino una gran industria. Y Venezuela tiene
hierro, aluminio, una central hidroeléctrica y petróleo para ser una potencia.
¿Dónde está el desarrollo? Hace 60 años se creó una siderúrgica que sólo
reporta perdida. No hay un automóvil hecho en el país. PDVSA no cuenta con una
flota de barcos. La industria naval debería ser un pilar de desarrollo. ¿Qué
pasaría si Estados Unidos declara un boicot naviero”?
Mientras en
países como México, e incluso Colombia, hay 2.3 y 1.7 industrias por cada 1000
habitantes, en Venezuela solo 0.25 con los resultados que esto conlleva y que
hoy la revolución bolivariana reconoce como uno de los problemas de urgencia a
resolver
Después de la
lluvia de críticas que recibió Carrera por su valor civil de señalar, con plena
honestidad, las fallas que todos veían, pero que nadie se atrevía a decir desde
el campo revolucionario, las aguas de la unidad volvieron a su nivel.
El primer
vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello,
lamentó en nombre de la tolda roja el fallecimiento del presidente del partido
comunista de Venezuela, Jerónimo Carrera, ocurrido la madrugada de este lunes
29 de abril.
”Queremos
enviarle a todos los camaradas del partido comunista de Venezuela nuestro
pesar, nuestra condolencia, por el fallecimiento del compañero Carrera”,
indicó. Un reconocimiento a una leyenda de la revolución venezolana.
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