martes, 2 de abril de 2013

Izquierda venezolana en el siglo XXI



Estado, democracia y socialismo del siglo XXI.
Horacio Duque: Licenciado en Ciencias Sociales e Historia de la Universidad del Quindío (Armenia, Colombia); Maestría en Problemas Contemporáneos del Instituto de Altos Estudios de Paris (Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia); autor de varios libros y artículos sobre historia y política colombiana.
Palabras clave: Democracia, autoritarismo, neoliberalismo, izquierda y socialismo del siglo XXI.
Resumen.
Este documento es una reflexión sobre la Izquierda venezolana en el marco de la tensión democracia-autoritarismo en el periodo comprendido entre los años 1999-2013, durante los dos gobiernos del Presidente Hugo Chávez, en el que se transitó, mediante una revolución política, desde la democracia neoliberal autoritaria “puntofijista” hacia una democracia participativa como eje de la construcción del Socialismo del Siglo XXI.
Índice.
Introducción
Marco teórico y de contexto.
  1. 1.La izquierda histórica venezolana.
  2. 2.La crisis de la democracia neoliberal autoritaria.
  3. 3.Una revolución política. El proceso bolivariano.
Conclusiones.
Referencias bibliográficas.

Introducción.
Este documento tiene como objetivo principal analizar la Izquierda venezolana en el periodo que va entre 1998 y el 2013.
Se ha elaborado para atender un requisito de evaluación del Seminario “Debate teórico sociopolítico actual en América Latina”, del Doctorado en Procesos Sociales y Políticos en América Latina, que dirige el Doctor Atilio Boron, en Uniarcis de Chile.
El marco de la reflexión es la tensión democracia-autoritarismo que ha caracterizado la organización y el funcionamiento del Estado en las naciones suramericanas durante largos años.
Dicha contradicción se hace notable al acentuarse la tendencia hacia la construcción de una nueva forma de régimen democrático activado y desarrollado por nuevos actores políticos y sociales (Gómez L.: 2010:p: 8), como solución a la crisis del Estado neoliberal.
La izquierda venezolana toma un papel protagónico en la dinámica revolucionaria impulsada por los sectores populares, desde el triunfo de Hugo Chávez  en Venezuela, en 1998.
Los procesos que la sociedad venezolana viene realizando en el periodo comprendido entre 1998-2013, se colocan en el sentido de la superación de la crisis de la democracia (neo) liberal representativa. El proyecto ejecutado, especialmente por los grupos populares, es el de la profundización de la democracia social participativa.
La construcción de la nueva democracia ha significado la presencia y actualidad de uno de los conflictos históricos, políticos y sociales de más larga duración y persistencia en la sociedad venezolana y latinoamericana: la confrontación entre las tendencias políticas democráticas y las tendencias políticas autoritarias. Las cuales se han desarrollado y manifestado de diferentes formas y en distintos momentos de la historia política de Venezuela.
La reflexión que desarrollamos ensambla visiones históricas, interpretaciones políticas y aproximaciones sociológicas.
En un primer momento abordaremos el alcance de las categorías principales que sirven de marco de interpretación de los hechos que asume este trabajo. Nos referimos a los términos democracia y autoritarismo.
Con los eventos que facilitaron el acceso de Hugo Chávez a la presidencia de la República y con los que han ocurrido a partir de su gestión política en los últimos 14 años, la Izquierda se ha transformado para jugar un papel protagónico en la construcción, organización y funcionamiento del Estado y del régimen político de la democracia participativa.
En la lógica de la tesis anterior hemos organizado esta exposición en las siguientes partes.
Un primera parte se focalizara en la presentación histórica de la Izquierda venezolana y sus antecedentes, con un acercamiento general al concepto de izquierda.
La segunda parte  abordara los impactos sobre la Izquierda de crisis de la democracia neoliberal autoritaria,acelerada por los sucesos del “caracazo” de febrero de 1989 y el levantamiento militar de 1992.
Un tercer momento se enfocara en las formas y características que adquiere la Izquierda venezolana con el triunfo presidencial de Hugo Chávez, la Constituyente de 1999, la nueva Constitución, las políticas que se aplican a lo largo de la primera década del siglo XXI,que avanzan en una revolución política orientada a la construcción de la democracia participativa y el Socialismo de la nueva centuria, al igual que el impacto de los eventos y sucesos de mayor envergadura como el golpe del 2002, el paro empresarial, las votaciones, referendos y consultas y el desarrollo de la política internacional antiimperialista.
Las conclusiones nos mostraran el panorama de la nueva Izquierda y su papel en la agenda de transición hacia la democracia socialista de participación.
Un marco teórico y de contexto para para el análisis de la Izquierda venezolana en el dilema democracia-autoritarismo.
La crisis de la democracia neoliberal autoritaria en América Latina, visibilizada en diversos procesos a lo largo de las dos últimas décadas (Natanson, 2008; Linera, 2012),acentuó el conflicto entre democracia y autoritarismo. Se trata de una inveterada contradicción que alude a dos núcleos del pensamiento político clásico con clara influencia en la organización y funcionamiento de las instituciones de poder latinoamericanas.
El autoritarismo en el enfoque de Linz, es un sistema político con un pluralismo político limitado, no responsable, sin una ideología elaborada directiva, pero con mentalidad propia, sin una movilización política amplia ni intensa, excepto en algunos momentos en su desarrollo, y en el cual un líder u ocasionalmente un pequeño grupo ejercen el poder dentro de unos límites formalmente mal definidos, pero en realidad bastante predecibles (Linz, 1964:225). Son diversas las manifestaciones concretas del mismo, mencionémoslas: i) Los regímenes autoritarios burocráticos-militares; ii) El estatismo orgánico; iii) Los regímenes autoritarios movilizadores en sociedades posdemocráticas; iv) Los regímenes autoritarios movilizadores surgidos después de la independencia; v) Las “democracias” raciales y étnicas; vi) los regímenes políticos “defectivos” y “pretotalitarios”, y vii) Los regímenes autoritarios postotalitarios. (Linz, 2009).
En los Estados de América latina ha sido frecuente, desde 1964 en Brasil, la manifestación de la forma burocrático-autoritaria (Collier, 1985; O´Donnel, 1985), como sistema de poder caracterizado por ser garante y organizador de la dominación ejercida a través de estructuras de clase subordinada a las fracciones superiores de una burguesía muy oligopolizada y transnacionalizada; que en términos institucionales, se compone de organizaciones en las que tiene un peso decisivo los especialistas en la coerción, así como aquellos cuyo objetivo es lograr la “normalización” de la economía; en el que prevalece la exclusión política de un sector popular previamente activo, que es sometido a controles estrictos con la finalidad de eliminar su función activa en la arena política nacional; exclusión que implica la supresión de la ciudadanía; la exclusión económica del sector popular; la despolitización de las cuestiones sociales;  y el cierre de los canales democráticos de acceso al gobierno (O´Donnell, 1985).
La democracia, en la visión de Gómez L. (2004: 20), recogiendo el legado teórico de Sartori (1997 y 1989) y Held (1996), es “un determinado tipo de régimen político cuya principal característica sería representar la voluntad de todos los ciudadanos”, ideal que las sociedades modernas buscan alcanzar, que en la interpretación de Lijphart (1991:19) puede ser considerado “como el extremo de una escala sobre la que se mida el grado de representatividad democrática de diferentes regímenes. Es decir, en qué medida los distintos regímenes políticos han logrado concretizar en su funcionamiento los supuestos teóricos de la democracia o en qué medida éstos han mantenido formas reñidas con ese ideal”.
Lo que nos coloca en el tema de los requisitos esenciales de la democracia, asunto que aborda Robert Dahl en su Poliarquía (1999, 1993 y 1991), para indicar los elementos básicos que deben tener los regímenes políticos para ser llamados democráticos.
Esas condiciones primordiales son las que sistematiza Gómez L. en su texto, La frontera de la democracia. El derecho de propiedad en Chile 1925-1973 (2004:23), recogiendo las propuestas de Dahl y O´Donnell (1996:7) que se sintetizan así: 1. Un origen democrático, o sea, que la génesis de las normas institucionales, plasmada por lo general en una constitución política, haya sido generada democráticamente a través de un acto constituyente democrático; 2. Competencia política y existencia de oposición; 3. Sufragio universal y otras formas de participación; 4. Elecciones libres, competitivas y a intervalos de tiempos regulares; 5. Electividad de todos los cargos más relevantes; 6. Partidos en competencia; 7. Fuentes de información diversas y alternativas; 8. Duración legal de los cargos electos; 9. Sometimiento de las Fuerzas Armadas al poder civil; y 10. Un demos votante claramente establecido.
Obviamente, este cuadro formal– válido, por supuesto- de la democracia política no puede llevarnos a una fetichización y descontextualización de la misma, a la manera como lo plantea la narrativa del liberalismo clásico y el neoliberalismo contemporáneo.
Boron, Meiksins Wood y Nun, han señalado que el discurso burgués dominante impone una fetichización de la política, consistente en una reducción de la democracia, a la pura realización de eventos electorales sistemáticos. Lo que permite a Boron plantear que la persistencia de los mecanismos de exclusión social, la intensificación de las desigualdades económicas y la débil legitimidad política que encuentra en la sociedad civil, hacen de las supuestas democracias simples “regímenes post-dictatoriales”, o en estricto rigor plutocracias. (Boron, 2009:243). Por su parte, Meiksins observa que el supuesto histórico de la ciudadanía en la democracia liberal es la devaluación de la esfera política, la nueva relación entre lo “económico” y lo “político” que reduce la importancia de la ciudadanía y transfiere algunos de sus poderes al dominio puramente económico de la propiedad privada y el mercado, donde la mera ventaja económica ocupa el lugar del privilegio jurídico y el monopolio político. La devaluación de la ciudadanía implícita en las relaciones sociales capitalistas es un atributo esencial de la democracia moderna. Por esa razón, la tendencia de la doctrina liberal a representar los desarrollos históricos que produjeron la ciudadanía formal como un simple reforzamiento de la libertad individual -la liberación del individuo de una estado arbitrario, así como de las restricciones de la tradición y de las jerarquías prescriptivas, de las represiones de la comunidad o las demandas de la virtud cívica- es imperdonablemente unilateral. Así, pues, en una época de movilización masiva, el concepto de democracia ha sido sometido a nuevas presiones ideológicas de las clases dominantes, que no sólo demandaban la enajenación del poder “democrático”, sino también una clara disociación de la “democracia” y el “demos” –o por lo menos un viraje decisivo del poder popular como criterio principal de los valores democráticos. El efecto fue que el enfoque de la “democracia” dio un giro del ejercicio activo del poder popular al goce pasivo de las salvaguardas y derechos constitucionales y de los procedimientos, y del poder colectivo de las clases subordinadas a la intimidad y el aislamiento del ciudadano individual. El concepto de “democracia” se fue identificando cada vez más con el de liberalismo, palabra cuyo significado es notoriamente impreciso y variable, pues se trata de un cuerpo de principios comúnmente relacionados que tienen que ver con un gobierno “limitado”, libertades civiles, tolerancia, la protección de una esfera de privacía contra la intromisión del Estado, junto con un énfasis en la individualidad, la diversidad y el pluralismo (Meiksins, 2000: 246-264).
Nun muestra cómo, en efecto, la democracia, en los términos de Schumpeter (1961), ha sido reducida a un procedimiento para  gobierno de los políticos, excluyendo al “demos” (Nun, 2002).
Las aristas de este debate que confronta la democracia con el autoritarismo y a la democracia misma en su propio ámbito, se han reflejado en las preocupaciones y desafíos ideológicos, políticos y prácticos de la izquierda, que no es ajena al dilema señalado y las controversias al interior del campo de la democracia como régimen de poder.
Pasemos revista al panorama de la izquierda venezolana, objeto de nuestro análisis.
  1. I.La Izquierda histórica venezolana.
Antes de acercarnos al mundo de la Izquierda venezolana resulta conveniente  abordar teóricamente el tema. Hay diverso enfoques sobre el término. En su texto Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política, Norberto Bobbio, establece que la izquierda política se determina por su valoración de la igualdad, mientras que la derecha lo hace por su estimación de la libertad. (Bobbio, 1995; Gallardo, 2005)
De manera puntual Gómez L. nos planteadefinir como izquierda “aquella que se coloca demanera categórica en contra del capitalismo y aboga por la construcción de una sociedad socialista donde prime la igualdad, la libertad y la solidaridad. Y, sobre todo, donde la propiedad privada de los medios de producción sea abolida para desarrollar ya sea la propiedad colectiva u otra forma de propiedad. Todo esto supone el fin de la explotación y la dominación de unos pocos sobre los muchos”.
Trascendiendo el campo de la filosofía política, otros autores proponen una clasificación de la izquierda latinoamericana, la que según Castañeda (1994:27) se puede organizar de acuerdo con dos criterios determinantes. El primer principio implica una clasificación ideológica y política; el segundo es funcional. Ideológica y políticamente, la izquierda latinoamericana se puede descomponer en cuatro grupos: los partidos comunistas tradicionales, la izquierda nacionalista o populista, las organizaciones político-militares y los reformistas de la región. Funcionalmente, se pueden agregar dos grupos: la izquierda social y la izquierda intelectual.
La izquierda venezolana no es ajena a las definiciones y clasificaciones indicadas. Su presencia se registra desde los años 30del siglo XX, con la fundación del Partido Comunista[1] el 5 de marzo de 1931,sometido a la ilegalidad en los años 60. Le acompaña en ese proceso el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR),[2] primer desprendimiento de Acción Democrática, de orientación socialdemócrata. (Lander, 2005:100). Cuando los comunistas deciden abandonar la lucha armada y participar en las elecciones de 1968, es organizado, por ex militantes comunistas, el Partido de la Revolución Venezolana (PRV),[3] cuyo máximo dirigente fue Douglas Bravo. Otros desprendimientos del PCV dan paso al Movimiento al Socialismo (MAS)[4] y la Causa R.[5]
El MÁS se inspira en el eurocomunismo, con una fuerte crítica al modelo socialista soviético y al paradigma leninista de partido, y genera una amplia expectativa, especialmente entre sectores intelectuales y estudiantiles. Su dirigente y teórico más importante fue Teodoro Petkoff (1969 y 1970). La Causa R asume como propuestas doctrinarias centrales las ideas de Alfredo Maneiro sobre la democracia radical, y la concepción de una organización política abierta, en enfrentamiento tanto al estalinismo como a la concepción leninista del partido. Su trabajo político más exitoso lo realiza en los sindicatos de las empresas básicas –especialmente la Siderúrgica del Orinoco- en Ciudad Guayana. (Lander, 2005:101).
Varios fenómenos ocurridos en los años 80 y 90 del siglo XX incidirán en la reconfiguración de la Izquierda histórica de Venezuela. La crisis del modelo neoliberal impacta profundamente tanto el Estado como la sociedad en general. Veamos cómo suceden los hechos.
  1. II.La crisis del Estado y la democracia neoliberal autoritaria venezolana.
Al finalizar los años 80 en Venezuela[6] se agudiza la crisis económica y social como consecuencia de la implantación del modelo neoliberal. Al país lo convirtieron en otro banco de pruebas del Fondo Monetario y sus recetas favorables al mercado. Claro está que la situación económica, social y política arrastraba un acelerado deterioro, desde hacía varios años atrás.
Estamos en presencia de una crisis muy extensa, con una implacable ruina de la situación de amplios grupos de la sociedad durante casi veinte años. El ingreso per cápita en 1997 fue 8% menor que en 1970. El ingreso de los trabajadores se afecta en la mitad en esos mismos años. Se ha establecido que desde 1984 hasta 1991, la pobreza total en Venezuela casi se había duplicado, al saltar desde el 36% al 69% de la sociedad (Lander, 2005).
La sociedad se polariza con la creciente segregación en todos los campos, especialmente en los ámbitos urbanos donde se privatizan las vías públicas de los barrios de la clase media y alta; las casas y urbanizaciones de estos estratos son resguardados por rejas y cobran auge las redes de seguridad privada, y, al lado de la cesantía laboral, el aspecto de la seguridad privada se coloca entre las prioridades de la ciudadanía. Los peligros, representados por la “clase peligrosa” pasan a convertirse en un lugar central en los medios de comunicación –en discursos abiertamente racistas- la pena de muerte o la eliminación directa de los “delincuentes” por parte de los aparatos policiales.
Al tiempo se profundiza la deslegitimación de los mecanismos de gobierno, particularmente del Estado presidencialista central, crecientemente ineficaz, corrupto e incapaz de atender las demandas de una nación más plural, diversificada y compleja. Los objetivos de modernización democrática, vista desde el ángulo de la descentralización, alcanzan amplia aceptación entre los políticos y en el debate público, y se convierten en el principal eje del trabajo de la Comisión Presidencial para la reforma del Estado a partir de 1984. El propósito era alcanzar una reforma del Estado para ubicarlo en niveles de descentralización, democracia y participación, logrando de esa manera su relegitimación (COPRE, 1988).
No obstante los cambios políticos que se dieron desde el punto de vista jurídico e institucional para crear mecanismos de incorporación y participación como la elección de alcaldes y gobernadores y la promoción de liderazgos regionales y locales, que renuevan el sistema político, su impacto no es efectivo dada la grave segregación social presente.
Situación que se puede explicar por el sentido que incorpora el modelo democrático promocionado y su régimen de ciudadanía y participación; tales categorías son atrapadas por los significados desprendidos desde los referentes ideológicos neoconservadores que plantean la sobrecarga de demandas sobre el sistema político como causa principal de su inestabilidad y colapso. En el discurso que prevalece en la esfera pública las claves dominantes son la antipolítica y el antipartido, que fija una oposición simple entre el Estado (señalado de ineficiente, corrupto y clientelista) y una idílica sociedad civil (con medios de masas incorporados), presentada como el epitome de todas las bondades: creatividad, iniciativa, eficacia, honestidad y participación.
El modelo de los nuevo sujetos políticos y cívicos de la “democracia de los ciudadanos” es el ciudadano/vecino, percibido a partir de la experiencia de las organizaciones vecinales urbanas de clase media y clase media alta. En dichas formaciones la preocupación central es la defensa de la propiedad privada y la protección de las amenazas que representan millones de excluidos y segregados socialmente. La perspectiva ideal de tal modelo democrático conservador es la de una sociedad apolítica, sin controversias ideológicas, donde los principales problemas del gobierno tienen que ver con la eficacia y la honestidad de los gestores, y en la cual la participación y la toma de decisiones democráticas sobre la vida comunitaria están estrictamente limitadas a los espacios locales. La economía debe quedar a salvo de la política y las exigencias demagógicas que se plantean a nombre de la democracia. Toda estrategia social o redistributiva del Estado y los gobiernos es tildada de populista.
Con ese discurso político, las organizaciones sociales y políticas (partidos y sindicatos), son consideradas ilegitimas e inútiles. No cuadran en la nueva Venezuela Imaginaria de los ciudadanos/vecinos (Lander, 2005), ajena a la Venezuela profunda de la mayoría de la sociedad.
Pero la crisis sigue adelante, se profundiza. Durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez (1989-1993), sobreviene una descomunal explosión social en febrero de 1989, que se llamó el “Caracazo”, en el que murieron varios miles de personas asesinadas por los militares.
Todo como consecuencia de la adopción de las medidas económicas neoliberales firmadas por el gobierno con el Fondo Monetario/FMI, incluidas en una carta de intención. Medidas sorpresivas ejecutadas a espaldas de la mayoría y omitiendo la soberanía nacional.
La potente crisis social derrumba el gobierno socialdemócrata y destruye el bipartidismo instalado por el Pacto de Punto fijo desde 1958, cuando cae la dictadura de Pérez Jiménez. El siguiente presidente, Rafael Caldera (1994-1999), es resultado de una coalición electoral de 16 partidos, entre los que se cuentan movimientos de izquierda como el MAS, el Movimiento Electoral del Pueblo y el Partido Comunista. Luego de sobrevivir a la más espectacular crisis económica de la historia de Venezuela y cuando se daba una calma aparente, Caldera pacta una carta de intención con el FMI, conocida como Agenda Venezuela que no es más que un repertorio de medidas neoliberales para flexibilizar el mercado laboral y hacer la apertura a las multinacionales de la industria petrolera.
La profunda crisis social y política incide, obviamente, en la reconfiguración  de la izquierda histórica venezolana. Progresivamente se va dibujando el nuevo mapa de las fuerzas de izquierda, inducido por los siguientes fenómenos: i) el agotamiento del neoliberalismo; ii) el fracaso del capitalismo socialdemócrata; iii) la crisis de los formatos tradicionales de representación política; iv) la globalización de las luchas contra el neoliberalismo (Boron, 2005); v) la configuración de “múltiples esferas públicas” que corresponden a espacios de autogobierno comunitario y los foros de deliberación democrática ciudadana articulados con el Estado como los comités de del servicio del agua venezolanos y los comités de tierras urbanas (Boaventura de Sousa Santos, 2005) y vi) el protagonismo de nuevos movimientos sociales asociados con problemáticas referidas a la etnicidad, la religiosidad (teología de la liberación), el género, la raza, la identidad (Meiksins Wood, 1995; Taylor, 2006), los derechos humanos y el medio ambiente (Lowy, 2011; Fernández Duran, 2009).
 Stolowicz (2007) propone que al referirse a la Izquierda de hoy –aludo a la que se configura con el colapso del neoliberalismo- se deben descartar las generalizaciones que hacen perder de vista las especificidades de cada actor político, las condiciones históricas de su constitución e identidades, las alteridades sociales y políticas que la definen y las circunstancias concretas en que actúa. Cuando hablamos de partidos, a esos rasgos específicos hay que agregar diferencias en sus definiciones ideológicas, en el grado de organicidad y homogeneidad que poseen, en el vínculo y arraigo que tienen entre los sectores sociales que buscan representar; o en el nivel de elaboración y desarrollo que tienen sus proyectos políticos. Hoy en día, además,  el vasto campo de la izquierda latinoamericana ya no puede analizarse con las habituales referencias a los partidos de mayor consolidación o mayor tradición. Si incluimos en la izquierda a quienes luchan contra la explotación, la marginación y el saqueo de las riquezas nacionales por el gran capital transnacional, observamos que es más amplio y diverso que aquellos partidos, aunque coincidan en términos generales en los objetivos por la igualdad. Desde mediados de la década de los noventa han surgido nuevas organizaciones de izquierda que tienen importante incidencia política, que nacen de movimientos sociales específicos, desde los cuales amplían la representación popular sin perder las identidades originarias, es el caso del Movimiento V República con que ganó las elecciones Hugo Chávez en 1998, que tiene su origen en una alianza heterogénea entre sectores militares y diversos grupos de izquierda unidos por el objetivo común de enfrentar al bipartidismo tradicional que gobernó Venezuela desde 1958, a la que adhirieron amplias franjas populares.
Boaventura de Sousa Santos (2005) plantea que la izquierda del siglo XXI hay que enfocarla desde lo que él denomina las “pluralidades despolarizadas”, porque ninguna totalidad puede contener la inagotable diversidad de prácticas y teorías en la izquierda latinoamericana de hoy en día. En vez de síntesis, es necesario buscar pluralidades despolarizadas. Se trata de invertir una tradición fuertemente enraizada en la cultura de la izquierda clásica, que se afirma a través de la idea de que politizar las diferencias equivale a polarizarlas en extremos opuestos. Al contrario, se propone que la politización se venga a dar por la vía de la despolarización. Consistente en dar la prioridad metateórica a la construcción de coaliciones y articulaciones en torno a prácticas colectivas concretas, discutiendo las diferencias teóricas en el ámbito exclusivo de esa construcción.
El objetivo es hacer del reconocimiento de las diferencias un factor de agregación y de inclusión, para eliminar la posibilidad de hacer imposible las acciones colectivas por causa de ellas y crear así un contexto de disputa política colectiva en el que el reconocimiento de las diferencias vaya a la par con el reconocimiento de las semejanzas. Esto es, se trata de crear contextos de debate en el que el impulso hacia la unidad y la semejanza tenga la misma intensidad que el que hay hacia la separación y la diferencia. Las acciones colectivas orquestadas mediante las pluralidades despolarizadas suscitan una nueva concepción de unidad de acción, en la medida en que la unidad deja de ser la expresión de una voluntad monolítica para pasa a ser el punto de encuentro más o menos amplio y duradero de una pluralidad de voluntades.
En la izquierda latinoamericana se han insinuado procesos de “pluralidad despolarizada”en cuatro campos relevantes: a) en la voluntad transformadora del Che Guevara, el gobierno de Allende, el Frente Sandinista, los movimientos indígenas y el MST; b) en la renovación ética de la teología de la liberación; c) en la renovación epistemológica del indigenismo y el feminismo; y d) en la renovación organizativa del PT, el FSM y el Foro de Sao Pablo.
Traigo a colación estos puntos porque pienso que están presentes en la configuración de la izquierda venezolana que ha protagonizado la “revolución política” que lidero Hugo Chávez desde 1998.
Acerquémonos a ese proceso de ascenso hacia el poder del Estado de la izquierda.
El juramento del Samán de Guere, entre Chávez y otros militares, en diciembre de 1982, es el punto de partida  para la creación de la tendencia bolivariana de izquierda conocida como Ejercito Bolivariano Revolucionario 200 (EBR-200), que en 1989 pasa a ser el Movimiento Revolucionario Bolivariano (MRB 200). Después de diez años de trabajo político organizativo en el interior de las Fuerzas Armadas en todo el país, el movimiento se da a conocer públicamente con el intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 que fracaso y se quiso repetir el 27 de noviembre del mismo año. Chávez pasa dos años en prisión, durante los cuales se dedicó al estudio y a establecer relaciones con sectores civiles que posteriormente lo acompañaran en la vida política pública.
En 1997, el Movimiento Revolucionario Bolivariano 200 (MBR 200) decide participar en las elecciones presidenciales de 1998, para lo cual crea el Movimiento V República(MVR) y este se inscribe como partido en el Consejo Electoral. Las principales organizaciones de izquierda como el MÁS, Patria Para Todos[7] (surgido de una división de Causa R, que se desplazó hacia la derecha), el PCV y el Movimiento Electoral del Pueblo/MEP[8] y otras organizaciones como la Liga Socialista[9] de la que hace parte Nicolás Maduro, lo apoyan constituyendo el Polo Patriótico. Chávez llega a la presidencia, el 6 de diciembre de 1998,  con el 56,20%de los votos válidos, derrotando a Henrique Salas Romer, el candidato de la coalición derechista conformada por Acción democrática y COPEI.
Las elecciones de 1998 pusieron a prueba el liderazgo y la capacidad para promover consensos por parte de quien se había convertido para la fecha en el líder indiscutible
Chávez define su movimiento como revolucionario y bolivariano,[10] con un origen en luchas completamente heterodoxas y diversas: las resistencias culturales, el cristianismo liberador, el cimarronismo, la democracia de la calle reivindicada desde los barrios, la lucha estudiantil, las sublevaciones populares espontaneas, los movimientos de liberación, el bolivarianismo revolucionario, la lucha armada, el marxismo crítico y el indigenismo.
El triunfo de las fuerzas bolivarianas bajo el liderazgo de Hugo Chávez Frías en 1998 es uno de los casos emblemáticos del giro a la izquierda que se ha producido en América Latina.
El movimiento bolivariano comenzó en los cuarteles venezolanos en los años setenta. (López Maya, 2003).
Los vínculos civiles del MBR 200 fueron inicialmente escasos, pero con el tiempo se ensancharon e influenciaron significativamente la concepción política e ideológica del movimiento y sobre todo de Chávez. Los oficiales entraron inicialmente en contacto con militantes de los partidos de izquierda derrotados en la lucha armada, principalmente del Partido de la Revolución Venezolana (PVR). Otros contactos en los años ochenta fueron con La Causa R, Liga Socialista y Bandera Roja[11].
Adicionalmente, prominentes intelectuales y activistas con otras trayectorias políticas pero también de izquierda –como José Vicente Rangel, Luis Miquilena o José Rafael Núñez Tenorio– fueron contactados o irían acercándose a los militares bolivarianos desde el fallido golpe de Estado de1992.
A diferencia del MBR 200, el MVR era una composición electoral centralizada, a disposición de la candidatura de Chávez.
III. Una revolución política. El proceso bolivariano.
El triunfo presidencial de Hugo Chávez en diciembre de 1998, inicia una nueva era en la historia política venezolana. Cada paso que se da, estructura una revolución, la cual se despliega en la esfera política de la sociedad. Esa ruptura política  incorpora varias dimensiones. El primer momento se focaliza en la convocatoria de una Asamblea Constituyente para adoptar un nuevo texto constitucional que le dé una nueva organización al sistema político, lo que se complementa por una Ley Habilitante que permite el desarrollo puntual de temas considerados estratégicos, dando prioridad al cambio político/institucional.. Otro momento está signado por las tensiones que se derivan de la oposición conservadora a las medidas tomadas por el gobierno, por parte de los viejos partidos políticos y grupos empresariales que orquestan huelgas y un golpe para destituir a Chávez. Una vez se supera la crisis, y con nuevas herramientas a la mano, el Presidente despliega una contraofensiva para canalizar su gestión en los temas sociales mediante la creación del programa de las Misiones sociales y ampliar la participación democrática. La derrota de un referendo revocatorio presidencial y la reelección ocurrida en 2006 le dan nuevo impulso al proyecto bolivariano, -que plantea la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela/PSUV- que sufre un traspié con el referendo constitucional del 2007. Desde el año 2010, luego de las elecciones legislativas, la revolución prioriza la conformación del Estado comunal, a partir de una Ley Habilitante que facilitó la expedición de un amplio paquete de leyes sobre la organización comunal del Estado, la participación popular y la economía popular.
En este periodo la izquierda actúa como una fuerza gobernante buscando y ejecutando su ideario de igualdad mediante el impulso al Socialismo del Siglo XXI, agotando una fase de transición gradual para desmontar el dispositivo económico, social y político de la llamada democracia neoliberal autoritaria heredada desde finales del siglo XX. La izquierda se diversifica e incorpora otras expresiones que reflejan la pluralidad del movimiento popular.
Los puntos que he indicado para esta parte los abordare en dos dimensiones analíticas distintas. La primera pretende recoger de manera apretada la tradición teórica sobre la revolución y sus diferentes manifestaciones. En la segunda tocaremos los escenarios más destacados en los que la izquierda ha sido protagónica como fuerza hegemónica de gobierno.
El cambio que ocurre en Venezuela en los últimos 14 años tiene una manifiesta inclinación hacia una revolución política e institucional.
Al respecto, existe  un amplio repertorio teórico sobre la revolución como concepto. La literatura política y sociológica se ha ocupado a fondo sobre su problemática.
Revolución es el cambio inmediato o transformación radical y profunda respecto al pasado.
El término revolución es plural y alude a diversas circunstancias. Las mismas son sociales, económicas y políticas. La revolución es una transformación radical, profunda y sorpresiva del pasado de una sociedad. En un evento revolucionario se dan cambios políticos y sociales de forma inusitada y, por lo general violenta, como ocurrió en la revolución francesa, en la mexicana, en la rusa, en la china y el la cubana.
La revolución es una alteración radical de las estructuras vigentes en un orden social y político para ser sustituidas por otras distintas. Es el reemplazo del orden social sobre el cual se basaba la anterior estructura política. Se considera que la situación está colapsada por completo y no es posible reformarla, así quela única solución es abolirla en su totalidad y sustituirla por algo nuevo.
En la naturaleza de la revolución no aparece la violencia, pero generalmente la acompaña variando de acuerdo a la fuerza y determinación relativa de los revolucionarios y grupos dominantes, como sucedió en la revolución francesa, la rusa, la mexicana, la china, la cubana.
La realidad política concreta es la de un orden en movimiento, un denominado“equilibrio de fuerzas”. Cuando el orden vigente no presenta capacidad para introducir los cambios que la tensión social exige, se presentara el proceso revolucionario y el acto de la revolución.
Las revoluciones son resultados de procesos históricos  con efectos colectivos.
Gómez L, plantea que el término “revolución es un concepto polisémico, complejo y conflictivo. Fundamentalmente, por que, en primer lugar, soporta variadas definiciones; en segundo lugar, hacer una revolución, instalar e impulsar un proceso revolucionario, así la historia de la revoluciones lo demuestra, es una problemática multidimensional, debe atender a un conjunto variado y diferenciado de problemas. Agreguemos, a esta cuestión, que una revolución requiere de “tiempo”, pues se trata de una tarea histórica de larga duración. El “tiempo”  revolucionario es una variable central a la hora de hacer la revolución. Una cosa es el estallido revolucionario, y otra cosa es el proceso….. La clave de la complejidad de la revolución no está en el estallido sino en el proceso histórico que se pone en movimiento. Y, ese movimiento es fuente de conflicto histórico. La revolución no es solo producto del conflicto sino es productora permanente de conflicto y por ende de resolución política de ellos. Un proceso revolucionario que no tenga la capacidad política de resolver y enfrentar los conflictos no avanza, se estanca, y se destruye asímisma. La presencia del conflicto en cualquier proceso histórico es: la evidencia del cambio, del movimiento histórico, y las revoluciones han sido productos históricos impulsados por conflictos y cambios que se producen en los sujetos como en las estructuras de una sociedad dada”.
Y agrega, “una revolución es un proceso histórico impulsado por sujetos sociales que en un momento determinado y bajo ciertas condiciones políticas y sociales, deciden intervenir la historia para asumir la dirección de ella e instalar un proceso de cambios profundos y radicales de las estructuras como en la vida de los sujetos que habitan una sociedad dada. Esta intervención histórica, puede tener diversos objetivos tales como: construir una nueva sociedad, afianzar y consolidar cambios societales ya producidos y/o barrer con los obstáculos que no permiten el despliegue total de las nuevas estructuras sociales que se han desarrollado en la sociedad”.
Por eso, sostiene, “se debe hablar de distintos tipos de revolución. Hay que distinguir entre sociales y políticas”.
“Las revoluciones políticas son las más frecuentes que registra la historia de occidente desde la época moderna hasta el día de hoy; ello no quiere decir que no sean importantes pero diríamos que tienen un alcance limitado o que sólo afectan a la estructura política de una sociedad dada. Sin duda que son cambios y pueden haber tenido consecuencias no sólo para las sociedades en que acontecen sino para muchas otras e inclusive para el mundo. Los cambios políticos que instalan este tipo de revoluciones por más radicales que sean no afectan en grado apreciable la estructura económica y social de las sociedades. Dichas estructuras se mantienen con cambios menores”.
La revolución liderada por Hugo Chávez ha sido, fundamentalmente, política.
Su primer paso consistió en la convocatoria, en 1999, de un referéndum para abrir paso a una Constituyente, la cual es elegida y con las mayorías a su favor, aprueba una nueva carta constitucional.
El nuevo texto político es ambicioso en materia de derechos humanos y mecanismos de participación ciudadana.
Después de aprobada la nueva Constitución, se expide, por la Asamblea legislativa en el año 2000, una Ley Habilitante que faculta al presidente para expedir un conjunto normativo que reglamenta el texto constitucional.
Del conjunto de las 49 leyes aprobadas sobresalen las que tienen como aspecto principal el objetivo de la democratización de la propiedad y la producción.
Fueron tres las que produjeron reacciones negativas más fuertes por parte de los sectores empresariales, y en general de la oposición política: a) la Ley de Pesca y Acuicultura, b) la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, y c) la Ley Orgánica de Hidrocarburos.
Las leyes aprobadas fueron catalogadas por el empresariado y por la oposición política como un atentado a la propiedad privada, argumentando muchos que con ello se confirmaba el carácter estatista o comunista del proyecto político del gobierno.
Con esos argumentos inician una etapa de sabotaje y ataques desestabilizadores del gobierno.
El 10 de diciembre de 2001 se produce un paro patronal nacional de un día exigiendo la revisión de estas tres leyes. La prensa y los medios acentúan su beligerancia opositora contra el Presidente.
Los dos momentos de mayor confrontación y en los cuales estuvo directamente en peligro la continuidad del gobierno fueron el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 y el paro principalmente patronal y petrolero que igualmente buscaba la salida de Chávez.
La alianza opositora convoca para el 8 y 9 de abril a un paro de 48 horas, que a horas de terminar lo convierte en un paro general indefinido, anunciando la convocatoria a una marcha en contra del gobierno para el 11 de abril. Esta marcha culmina con el golpe de Estado que pone en el poder al presidente de FEDECÁMARAS, uno de los líderes principales de la oposición, Pedro Carmona.
Aunque el nuevo régimen golpista recibe el apoyo de algunos países extranjeros y organizaciones multilaterales como el FMI, poco menos de 48 horas después importantes elementos constitucionalistas dentro del ejército, apoyados por una masiva movilización por parte de los sectores populares que reclaman la vuelta de Chávez, logran restituirlo como presidente.
La derrota política de la oposición en estos dos intentos por derrocar a Chávez produjo cambios profundos en las condiciones políticas del país. El respaldo popular al gobierno se consolidó. Se desarticuló la amenaza militar sacando de la Fuerza Armada a los oficiales golpistas y se realizó una profunda transformación de Petróleos de Venezuela retirando a la mayoría de los empleados que participaron en el paro golpista.
En el año 2003, después de una fase defensiva, consecuencia de una severa crisis económica con caídas muy drásticas del PIB, en la cual buscó ante todo sobrevivir y reactivar la industria petrolera, base de la economía nacional, el gobierno adquiere más confianza y comienza a impulsar políticas de carácter ofensivo orientadas a consolidar su base política y social, políticas públicas concretas, tangibles, con capacidad de llegar a incidir sobre las condiciones de vida de la mayoría de la población.
Es así como se crean las Misiones sociales. Las mismas son un conjunto de acciones en las áreas de la salud, la educación, la seguridad alimentaria, la cultura y el empleo, que dependen directamente del despacho presidencial y tienen como objetivo acelerar la solución de los más graves problemas sociales, obviando de esa manera la ineficiencia que se deriva del burocratismo de un Estado paquidérmico y obsoleto.[12]
Adicionalmente se debe destacar la expedición de la Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública que regula la participación del pueblo en la formulación, ejecución y control de la gestión pública. Se definen los Consejos Comunales y Consejos Parroquiales como centros principales de participación y protagonismo del pueblo. Las “Mesas Técnicas de Agua” y los “Consejos Comunitarios de Agua” .Los “Comités de Tierra Urbanos”.
Después del fracaso del paro petrolero y antes de que la economía mostrara síntomas evidentes de recuperación, los conspiradores buscaron recomponerse y continuaron en sus intentos de derrocar al presidente.Lo intentaron mediante un referendo revocatorio que no prosperó. El presidente Chávez fue confirmado en su mandato con el apoyo del 59,1% de los votantes, con una abstención del 30,1%.
La política internacional desarrollada por el gobierno bolivariano ha sido soberana e independiente, en permanente confrontación con el gobierno de los Estados Unidos y su dominio imperialista. Su desempeño atiende a criterios de multipolaridad y se ha materializado en alianzas muy estrechas con Cuba y los otros gobiernos progresistas de América Latina. Como resultado de tal orientación, bajo el liderazgo de Venezuela se han organizado complejos multilaterales como el ALBA, Unasur, Banco del Sur, Celac, Petrocaribe y otras entidades regionales.
En el 2006, luego de la reelección de Chávez,  comienza una nueva etapa del proceso de cambios.  El Presidente propuso lo que llamo una “radicalización de la democracia participativa” dejando atrás el capitalismo para ir a un Socialismo del Siglo XXI.[13] Lo que dicho Socialismo significaba se incorporó en la propuesta de reforma a la constitución que se formuló a la Asamblea Legislativa y fue sometida a un referendo que fue rechazado en diciembre de 2007.
Sin embargo, los temas de la malograda reforma constitucional fueron retomados con posterioridad. Uno de ellos, la autorización de la reelección indefinida del presidente, se aprobó mediante referendo, en el año 2009. Los otros aspectos se consignaron en la Ley Habilitante aprobada por la Asamblea Legislativa en el año 2010, desarrollada con las siguientes leyes: a) Ley orgánica (LO) de las comunas; b) LO del poder popular; c) LO del sistema económico comunal; d) LO de defensa de la soberanía política y autodeterminación nacional; e) LO de planificación pública popular; f) LO del poder público municipal y otras más.
Todas estas disposiciones se orientan a dar forma al Estado comunal.
Un aspecto importante para la izquierda venezolana, de lo ocurrido durante este tiempo fue la propuesta de crear un partido único de la revolución que se concretó en el Partido Socialista Unido de Venezuela.[14]
La existencia del PSUV no agota el mundo de la izquierda venezolana. En este periodo (1999-2013) la izquierda como fuerza gobernante y expresión social  se amplia. Se consolida un nuevo tipo de izquierda. Podemos registrar varias tendencias y matices en la misma. De un lado está la izquierda chavista conformada por el PSUV, Tupamaros y el PCV; adicionalmente hay un amplio arco de agrupaciones revolucionarias que desde una perspectiva multidimensional enriquecen el proceso de transformaciones: Proyecto Nuestra América (PNA/M-13 Abril), Ana Karina Roter (AKR), Nueva Expresión antiimperialista, para sólo citar algunos casos; se dan híbridos entre movimientos sociales y organizaciones revolucionarias cómo Conexión Social; la consolidación de una pequeña referencia de izquierda anti estatal, agrupada alrededor del CRA y el Libertario, ajena a las pugnas por la toma del poder, en la perspectiva de lo que Holloway llama cambiar el mundo sin tomarse el poder (Holloway, 2002).
Se trata, igualmente,  de una recomposición de los movimientossociales, partidarios del gobierno (vinculados al pensamiento transformacional, socialista, revolucionario, y de diversa índole, trabajadores informales, estudiantes, entre otros).
Conclusión.
En la confrontación entre democracia y autoritarismo podemos decir que la revolución política que conduce la izquierda en Venezuela desde 1998 ha permitido superar el esquema de la democracia neoliberal que quiso imponer el FMI en esa nación. Las políticas impulsadas por el gobierno bolivariano del Presidente Hugo Chávez han llevado a lo largo de 14 años a disminuir drásticamente la desigualdad social, económica y política de la población más pobre. Las Misiones sociales y la política pública en materia de derechos sociales hantenido resultados efectivos en materia de empleo, disminución de la pobreza y miseria, en la salud, educación y bienestar de la mayoría de la sociedad que se encontraba en situación de exclusión y segregación.
La democracia participativa es un hecho concreto en la vida política cotidiana y el sistema electoral organizado es ejemplar en su funcionamiento como mecanismo de elección de las autoridades en todos sus niveles.
La izquierda que gestiona el Estado se ha propuesto avanzar hacia un modelo socialista en el siglo XXI, mediante la organización del Estado comunal, que algunos tildad, sin fundamento, de socialismo autoritario.

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[1]El Partido Comunista de Venezuela (PCV) es un partido venezolano, de orientación marxista y leninista, fundado el 5 de marzo de 1931, siendo el partido contemporáneo más antiguo de Venezuela. El PCV fue fundado por Juan Bautista Fuenmayor, Pío Tamayo, Rodolfo Quintero y otros revolucionarios venezolanos durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez. Su nacimiento se produjo en la clandestinidad, tomando como antecedente la fundación del Partido Revolucionario Venezolano, fundado en México en 1927 por un grupo de exiliados venezolanos como Gustavo Machado, Eduardo Machado y Salvador de la Plaza. Desde su fundación, el PCV basó acción en el pensamiento marxista y leninista. 
[2]El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fue un partido político venezolano de izquierda fundado el 8 de abril de 1960, como resultado de la primera división sufrida por el partido Acción Democrática, fundamentalmente en sus órganos de juventud.  Domingo Alberto Rangel, Gumersindo Rodríguez y José Rafael Muñoz, fundaron con cuadros principalmente jóvenes al nuevo partido revolucionario de izquierda. Ahttp://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_de_Izquierda_Revolucionaria_(Venezuela).
[3]Partido de la Revolución Venezolana (PRV) es un partido de izquierda venezolano, fue la estructura política del grupo guerrillero Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), durante la década  de los sesenta en Venezuela. El Partido de la Revolución Venezolana (PRV) surge de una división del Partido Comunista de Venezuela (PCV), el 23 de abril de 1966 como fracción disidente integrada principalmente por cuadros y combatientes del Frente Guerrillero “José Leonardo Chirinos” que operaba en el estado Falcón y del Frente Guerrillero “Simón Bolívar” del Estado Lara con la finalidad de dar continuidad a la Lucha Armada y bajo la dirección de Douglas Bravo. Sus mas importantes líderes han sido Douglas Bravo, Francisco Prada Barazarte, Argelia Josefina Melet de Bravo, Ramón Elías Morales Rossi, Eligio Sibada, Alí Rodríguez Araque, Dimas Petit Vásquez, Laura Pérez, Diego, Antonio Salazar Luongo, (fallecido) Kléber Ramírez. (fallecido) y Atilio Hernández. http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_de_la_Revoluci%C3%B3n_Venezolana

[4] Movimiento al Socialismo (MAS) es un partido político venezolano socialdemócrata. Producto de las serias críticas contra el modelo socialista soviético, un sector importante de la Dirección Nacional del Partido Comunista de Venezuela (PCV), liderado por Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff, Eloy Torres, Carlos Arturo Pardo, Tirso Pinto, Freddy Muñoz y Argelia Laya, se retiran de ese partido.  Dentro de los grupos de izquierda en la lucha armada el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) se fusionó en el MAS en 1983.   En la actualidad los dirigentes más notorios son Felipe Mujica y Leopoldo Puchi. Forma parte de la coalición opositora denominada Unidad Nacional. http://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_al_Socialismo_(Venezuela).
[5]La Causa Radical, es un partido venezolano, de origen Marxista, fundado por un grupo de disidentes del Partido Comunista de Venezuela en 1971. Sus miembros más destacados han sido Alfredo Maneiro, fundador, (fallecido en 1982); Andrés Velásquez, quien fue gobernador del minero estado Bolívar, parlamentario y candidato presidencial que obtuvo alrededor del 20% de votos en las elecciones de 1993, perdiendo ante Rafael Caldera; Francisco Arias Cárdenas (actual gobernador del Estado de Zulia) que participó en la intentona golpista del 4 de febrero del 1992,  abandonó el partido para fundar uno nuevo llamado Unión; Aristóbulo Istúriz (actual gobernador de Anzoátegui) , alcalde del municipio Libertador de Caracas, se alejó del partido para fundar en 1997, Patria Para Todos (PPT), junto a otros disidentes del ala izquierdista de La Causa Radical como Pablo Medina, Alí Rodríguez Araque y José Albornoz.http://es.wikipedia.org/wiki/La_Causa_Radical.

[6]Al momento de redactar este documento Venezuela presenta las siguientes características. La superficie de su territorio es de 916.445 km2;su población es de 28.946.101 habitantes, de los cuales 14 millones son mujeres y 13 millones 600 mil son hombres, el 65% de la población está entre 15 y 64 años; su PIB es de U$ 402.000; sus exportaciones equivalen a U$ 93.896.000, sus importaciones a U$ 45.615.000, su deuda externa pública es de U$ 37.035.000, sus reservas internacionales son de U$ 29.517.000; su PIB creció 5.5% en el año 2012; el desempleo para 2012 fue de 6,4%.
[7] Patria Para Todos/PPT, es un partido venezolano fundado el 27 de septiembre de 1997 ubicado en la centroizquierda, está formado en su mayor parte por antiguos sindicalistas y algunos profesionales. Surgió como una división de La Causa Radical.  Los dirigentes más destacado del PPT han sido: Aristóbulo Istúriz, fue alcalde del Municipio Libertador de Caracas por La causa Radical y Ministro de Educación, Cultura y Deporte con Chávez; Alí Rodríguez Araque, sucesivamente Presidente de PDVSA, presidente de la OPEP y Canciller, en el gobierno de Chávez; y José Albornoz Secretario General del partido; otro dirigente importante Pablo Medina, fue expulsado acusado de traición.  http://es.wikipedia.org/wiki/Patria_Para_Todos.

[8]Movimiento Electoral del Pueblo - Partido Socialista de Venezuela (MEP) es un partido político venezolano de izquierda que nace el 10 de diciembre de 1967. Se fundamenta en las doctrinas de la democracia socialista, revolucionaria y nacionalista. Entre sus fundadores destacan Luis Beltrán Prieto Figueroa y Jesús Ángel Paz Galarraga.El MEP nace de la división del sector de izquierda de Acción Democrática (AD) en 1967, luego de las pugnas internas por la elección del presidente de ese partido, así Luis Beltrán Prieto Figueroa, entonces presidente de AD decide retirarse de esa organización junto con otros líderes notables, entre ellos Jesús Ángel Paz Galarraga. Este hecho significaba la tercera división de AD, todas en esa década, pero la creación del MEP es considerada como la más trascendental, por las figuras y cargos que asumían dentro del partido así como la cercanía de las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1968.
[9]La Liga Socialista, fue una organización revolucionaria de Venezuela, surgida como fachada legal de la Organización de Revolucionarios (OR), surgida de la división del Frente Guerrillero Antonio José de Sucre el cual, a su vez, fue una división del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en 1969. En 2007 se fusionó en el Partido Socialista Unido de Venezuela.Esta organización se definió como marxista-leninista-maoísta, entre sus fundadores se encuentra el dirigente Jorge Antonio Rodríguez —asesinado por la DISIP en 1976 y padre del exvicepresidente venezolano Jorge Rodríguez Gómez—, Carmelo Laborit, Julio Escalona, Marcos Gómez, Fernando Soto Rojas, Orlando Yajure y otros.En 1998, apoyó a la coalición del Polo Patriótico en respaldo a la candidatura a la presidencia de Hugo Chávez Frías. Este partido apoyó a la administración del presidente Hugo Chávez y durante los meses de diciembre de 2006 y principios de 2007 se encontraba en proceso de disolución para unificarse con el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) impulsado por Chávez.Nicolás Maduro, actual presidente de Venezuela fue miembro de la Liga Socialista.

[10]El “bolivarianismo” que inspira este movimiento no es una doctrina ni un cuerpo teórico que pueda utilizarse para resolver los asuntos más problemáticos que tiene la sociedad, mejor es un campo en el cual se le da contenido metafórico a la sociedad venezolana (Müller Rojas, 2001: 90). “A través de la formación de símbolos se refuerzan los valores que nos definen nacionalmente; de esta manera se forma a través del fortalecimiento de la figura del libertador, matizándola con dos figuras emblemáticas: Ezequiel Zamora y Simón Rodríguez, quienes le conceden el carácter igualitario y revolucionario al movimiento, para diferenciarse de las invocaciones bolivarianas que tradicionalmente se habían realizado para sostener la hegemonía de las elites políticas y económicas del país. Así Ezequiel Zamora le da sentido estratégico al discurso bolivariano por el liderazgo que ejerció en los pardos, negros e indios, población segregada social y políticamente del Estado en su lucha igualitaria contra los blancos criollos; y el educador Simón Rodríguez, maestro del Libertador le otorga el carácter revolucionario porque es el símbolo de la investigación científica, de la educación y de los problemas de la producción económica, de la idea de república y ciudadanía y de la importancia de ajustar estos valores universales en proyectos políticos que respondan a especificidades nacionales (Müller Rojas, 2001: 90-98). La imagen del árbol de las tres raíces forma parte de la construcción de una nueva narrativa histórica, en el cual pueblo y nación venezolana nacen conjuntamente en la heroica lucha por la independencia encabezada por Simón Bolívar. En esta narrativa, la oligarquía traiciona tanto a Bolívar como al pueblo, que permanece sometido hasta el presente en el cual asume nuevamente un papel protagónico. La lucha política del presente tiene como una dimensión báscia la pugna por la resignificación del pasado. (Lander, 2005: 111)
[11]Bandera Roja (BR) fue un Frente guerrillero y posteriormente un partido político venezolano. Liderado por Gabriel Puerta Aponte. Conocido como "Bandera Roja - (BR) Frente Américo Silva (BR-FAS)". En sus principios fue un Frente guerrillero Marxista leninista, cuyo principal radio de acción fueron algunas universidades públicas y liceos públicos de Venezuela. Bandera Roja fue formado el 20 de enero de 1970 por un grupo disidente del ala anti-revisionista del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), En la actualidad hace parte de la coalición opositora al gobierno, conocida como Mesa de Unidad Democrática/MUD. http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Bandera_Roja.
[12]Un requisito sine qua non  para el avance de la revolución es la trasformación del Estado y el fortalecimiento de su capacidad de regulación y gestión. El Estado venezolano, no obstante los sucesivos proyectos de reforma, y muchas veces como resultado de éstos, ha venido presentando un dilatado proceso de declive institucional durante los últimos años. En algunos campos esto se ha profundizado con el actual gobierno como resultado de la oposición silenciosa a las nuevas líneas de la política pública por parte de los empleados públicos organizados en sindicatos incardinados con la oposición. La manera personalista de toma de decisiones y de apropiación de recursos, que con frecuencia elude las estructuras y los procedimientos administrativos formales, no aporta a la institucionalización de la capacidad de la gestión pública.http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/cecena2/lander.rtf
[13] El tema del Socialismo del siglo XXI y la transición al mismo es objeto de una creciente teorización y reflexión. Cito algunos materiales que se ocupan de la materia: Heinz Dietrich Stefan, El socialismo del Siglo XXI; Atilio Boron, Socialismo del siglo XXI ¿Hay vida después del neoliberalismo?; Marta Harnecker, América Latina y el socialismo del siglo XXI; Tomas Moulinan, Socialismo del siglo XXI; Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero, El socialismo del siglo XXI; Jorge Luis Acanda, Transición; Fernando Martínez Heredia, Socialismo; Adolfo Sánchez Vasquez, El valor del socialismo; Michael Lebowitz, Construyámoslo ahora. El socialismo para el siglo XXI; Carlos Nelson Couthino, Democracia y Socialismo. Cuestiones de principios.

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