Testigo protegida dando su versión sobre lo padecido |
Martes
23 de abril de 2013
08:09
am - Redacción: redaccion@laprensa.hn
Dramático
relato de personas que salieron huyendo del Aguán porque aseguran estar en una
lista para ser asesinados.
Bajo
Aguán, Honduras
“En agosto de 2012 descubrí que la dirigencia
mataba a los compañeros. En una ambulancia de la Cruz Roja llevaron armamento y
empezaron a entrenar campesinos en las fincas, lejos de donde estaban las
viviendas, en la orilla del río Aguán”.
Este
es el inicio de los relatos de varios testigos protegidos que andan huyendo de
la barbarie que se vive en el Bajo Aguán. Estas declaraciones ya son del
conocimiento de las autoridades, pues las mismas personas formalizaron la
denuncia en noviembre de 2012 ante la Fiscalía y el Comisionado Nacional de
Derechos Humanos en Tocoa, Colón.
“Hay
árboles que están llenos de disparos, son los blancos que usan para entrenar.
Ellos están saliendo a entrenar a La Mosquitia. Escogen seis por cada
asentamiento campesino. Son cinco del Muca. Cada asentamiento tiene sus
empresas campesinas, Concepción, La Lempira, La Aurora y La Confianza, en ellos
hay 17 empresas campesinas.
La
invasión masiva empezó en el 2009, se ingresó a los terrenos y uno miraba bien
las cosas porque los necesitábamos. César Ham (director del INA) incluso nos
dijo que él estaba de acuerdo que tuviéramos armas para defendernos, pero no
para que nos estuviéramos matando entre compañeros. No había tanto
confrontamiento entre campesinos. Las muertes comenzaron el 20 de enero de 2012
cuando mataron a Matías Valle, secretario del Muca, en Quebrada de Arena. A él
lo asesinan porque era un hombre que defendía los derechos de todos, él no
quería que uno comiera bien y otro comiera mal.
Nosotros
no sabíamos porque habían matado a Valle, después nos dimos cuenta que eran los
mismos compañeros quienes lo mataron, según dicen ‘para defender los derechos
del grupo’. Al principio tuvimos dudas de que eso estuviera ocurriendo, pero
después lo descubrimos cuando el 27 de agosto de 2012 asesinaron a Braulio
Díaz.
El
que lo mató llegó a mi casa para pedirme dinero prestado y no pudo más: se puso
a llorar y me contó que desde la muerte del compañero Matías Valle él era uno
de los sicarios que los dirigentes del Muca tenían para asesinar compañeros.
Los
que están desaparecidos, están muertos. Hay una lista de 15 personas, miembros
de las empresas a los que se ha dado la orden de que sean asesinados, nos
pusieron en esa lista porque reclamábamos en las reuniones nuestro derecho y
porque hablábamos de los asesinatos que estaban ocurriendo en las fincas. No
podíamos permitir que siguieran perdiéndose vidas, y como nos sentimos
amenazados, empezamos a huir.
Los
dirigentes del Muca van buscando el beneficio económico, tener el control.
Nosotros siempre quisimos cambiar la directiva, pero los que estaban en los
cargos se molestaban. El que quería un cambio de directiva era asesinado.
Son
millones los que la dirigencia está manejando, son fondos que salen de la venta
de fruta, y ese dinero lo están usando para comprar armas, municiones, no
sabemos qué más están haciendo con el dinero, siempre que les preguntaba cuánto
dinero había en el banco nunca daban las cantidades. Así es como uno empezaba a
caer mal y lo colocaban en la lista para asesinarlo. Yo estoy en lista por
seguir el camino de Matías, de defender a los que de verdad tienen necesidad,
es lo que no les gustó.
Los
cuatro asentamientos están armados y en cada asentamiento hay al menos 21
hombres armados, tienen hasta cuatro armas en las casas y no hay infiltrados,
son campesinos. Hay tres líderes: Céleo Rodríguez, quien es el que comanda el
armamento y a todos los sicarios. Jhony Rivas, quien es el que engaña a la
gente y sale en los diarios para que se crea que la lucha es justa, pero ya
todos sabemos que lo que está pasando. El tercero es Orlando Romero.
Hay
dos voceros: Vitalino Alvarez y Will Paz y lo hacen por dinero. Yo salí de
Quebrada de Arena el 4 de septiembre de 2012, ando huyendo, estoy en el exilio,
no sabemos qué hacer porque hemos denunciado nuestros casos tanto en el
Ministerio Público de Tocoa y La Ceiba y en el Comisionado de Derechos Humanos
en Tocoa y hasta ahora no han hecho nada.
Cuando
me di cuenta que me tenían en lista desde el mes de mayo y que habían ordenado
asesinarme, sentí miedo. Durante tres ocasiones me siguieron con un rifle 2.23.
Desde ese momento no dudé mas, dejé todo y salí de la comunidad, ahora ando sin
rumbo, preocupado porque pareciera que yo soy el delincuente y no los que ahora
matan a los compañeros.
Dejé
el asentamiento, hemos pensado hasta en armarnos para hacer algo porque al
final cuando uno anda huyendo ya no piensa en nada, todo lo he perdido. Las
autoridades no hacen nada, nos están obligando a que las 15 familias que
estamos en el exilio estemos decididos a todo.
Yo
pensé que todos nos íbamos a llevar como hermanos, pensé que iba a existir
armonía, que el dolor de uno era el del otro, pero me equivoqué y eso nos
entristece el alma. Por eso alerté a los que estaban en la lista para ser
asesinados para que salvaran sus vidas y desde septiembre todos huimos del
Aguán.
Yo
pido a las autoridades justicia, porque los compañeros que están matando son
campesinos que sí necesitan la tierra, no nos podemos seguir matando”.
Luego
el relato es de una mujer. “A mi esposo lo mataron. Nosotros siempre teníamos
sospechas, comentábamos lo que estaba pasando, la muerte de Jacobo nos impactó,
era un líder que reclamó en una reunión y eso le costó la vida.
Empezamos
a analizar que era de allí mismo que venían los asesinatos, que no eran ni los
guardias de Facussé, ni el ejército ni la Policía, pero nadie tenía valor de
hablar. Teníamos miedo que nos mataran.
Cuando
asesinan a mi esposo buscaron un lugar estratégico por donde pasaban la Policía
y los guardias de las fincas para culparlos a ellos. Pero yo desde el primer
momento supe que eran ellos, incluso cuando llegue a la morgue pedía que
llegaran esos líderes del Muca a matarme a mí.
También
les dije: ‘malditos a todos los han matado. Matan a la gente y luego llegan a
los velorios como que si nada ha pasado, el cinismo de ellos llega a tal
extremo que salen diciendo en entrevistas que habían matado a un hombre de Dios
refiriéndose a mi esposo cuando fueron ellos los que le quitaron la vida.
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