¡No nos representan!
Congreso Nacional: la mejor idea es cerrarlo
Por Narciso Isa Conde
El nuevo auge de masas, la dictadura institucional bajo control del
cohollo y la decadencia de los partidos tradicionales
que caracterizan este periodo, posibilitan contribuir a convertir en
multitudinaria la convicción de que estas instituciones NO NOS REPRESENTAN y de
que hay que reemplazarlas.
De cara al 2013 -pendiente un mayor despliegue del reclamo nacional
contra la impunidad y contra los efectos empobrecedores del paquetazo- parece
posible impulsar las más variadas movilizaciones y procurar que la sociedad
excluida confronte las instituciones vigentes (en tanto éstas se resisten a sus
principales reclamos) y haga suya la necesidad de un cambio de las reglas de
juego, un nuevo sistema electoral y la Constituyente Popular dirigida a
refundar el Estado.
Este régimen decadente, bajo la hegemonía del PLD y sus dos facciones,
sustentado por elites sociales y poderes locales y supranacionales, debe convertirse
en blanco principal de esas movilizaciones; sin que esto implique darle
oportunidad al PRD de recuperarse y hegemonizar la oposición.
Por eso he hablado de la necesidad de una nueva oposición y resaltado
la incongruencia que implica atacar la corruptela y el neoliberalismo
aliados/as a las cúpulas del PRD; o conciliando con el danilismo so-pretexto de
estilos y matices distintos a los de Leonel.
Procede, a mi entender, volcar el enorme repudio a Leonel
Fernández y a su cártel de la corrupción, contra el régimen compartido que
ahora preside Danilo Medina; dados sus amarres y, sobre todo, su resistencia a
enfrentarlos y enjuiciarlos.
Igual hay que resaltar y combatir la proclividad al clientelismo y a
la corrupción, y el carácter neoliberal y de clase de las diferentes facciones
de la partidocracia.
El poder judicial y el Congreso Nacional sobresalen entre las
instituciones en descomposición. Allí confluyen todas esas fuerzas políticas
corrompidas y todas la expresiones del modelo neoliberal y de la voracidad del
capital transnacional y local.
Pasa igual con la Policía Nacional, la DNCD y los mecanismos
represivos del Estado, altamente corrompidos.
Este cuadro institucional putrefacto requiere ser reemplazado por la
vía de un proceso constituyente con participación popular.
En consecuencia, una política realmente transformadora a cargo
de una nueva oposición exige no pactar con esas cúpulas tradicionales,
concentrando los ataques ofensivos y la movilización contra los que controlan
la dictadura institucional y el régimen político en declinación, y procurando
la ruptura y discontinuidad sistémica necesaria; a plena conciencia de que el
primer paso hacia las grandes cambios sociales exige desmontar el modelo
neoliberal y el régimen de la partidocracia tradicional con un pueblo
movilizado y abrazado a la idea de ser poder.
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