Juan
Almendares
“Nosotros los
Marines creemos que Dios dio a América
(Estados Unidos de América) el mejor
regalo que podría otorgar al hombre… la libertad…Tengan la seguridad que en nuestra América, este experimento en la
democracia comenzó hace más de dos siglos, por siempre siendo la "tierra
de los libres y el hogar de los valientes", siempre y cuando nunca se
quede sin jóvenes estadounidenses duros que están dispuestos a mirar más allá
de su propio el interés personal y la vida confortable, y entrar en los lugares
más oscuros y peligrosos en la tierra para cazar y matar, aquellos que quieren hacernos daño”.
John Kelly
Jefe del Comando
Sur de los Estados Unidos de América
Seis
hechos y ejes debidamente articulados han puesto a Honduras en el
escenario mundial:
· Golpe de Estado del 28 de junio del 2009
· Más del ochenta por ciento de la droga que entra a Estados
Unidos de América pasa por Honduras
· Existencia de la tasa de homicidios 86.5
por cien mil habitantes que corresponde a la más alta en el mundo.
· Epicentro de las maniobras de la
geopolítica militar y contra las drogas
de EUA en América Latina.
· Uno de los países más pobres de América
Latina donde prevalecen las políticas depredadoras multinacionales: minería,
monocultivos, agrocombustibles, transgénicos, megaproyectos de represas,
turismo y el sometimiento a la hegemonía capitalista de la globalización
neoliberal
· Alta tasa de inseguridad y de violaciones a los derechos humanos
Para
este trabajo nos centraremos sobre la situación de seguridad y violaciones a los derechos humanos, la
soberanía y autodeterminación del pueblo hondureño:
En
la última década se ha incrementado el número de bases militares
estadounidenses, con fuertes controles aéreos, marítimos y terrestres. Se suman
a la Base Soto Cano (Palmerola), en Comayagua, las siguientes: una en las Islas
de la Bahía (Guanaja) , otra en la Mosquitia (cerca de la laguna de Caratasca),
y en Puerto Castilla, se está desarrollando una fuerte infraestructura militar
que está articulada a la Cuarta Flota del Comando Sur.
En
la zona norte, oriental y central del país y en las cercanías del Caribe,
existe la mayor militarización. En la Zona Sur e se desarrollan operaciones
militares conjuntas que ejercen el
control del mar Pacifico, en donde la política del Pentágono además de militar,
es tener mayor hegemonía mediante
la privatización de los mares.
Los
mayores traumas, terrores, torturas y
asesinatos se han concentrado, en las
áreas del Valle del Aguán, territorios garífunas, misquitos, tawakas, y familias campesinas. Las comunidades son
falsamente acusadas de ser grupos guerrilleros
y bajo el pretexto de la guerra contra las drogas y defensa de las propiedades de los terratenientes
y multinacionales (minería, petróleo, neocolonización
británica/estadounidense) y
agrocombustibles , se realizan
experimentos de guerra que tienen como chivo expiatorio a las comunidades
campesinas. Participan en las
operaciones : las Fuerzas Armadas y la Policía hondureñas ( Base Naval de
Puerto Castilla, Batallón de Infantería, Operación Xatruch, Policía Local y
cuerpos de Inteligencia Militar); miembros militares y de
contrainsurgencia estadounidenses, Agentes de la DEA, y la policía colombiana,
guardias privados de los terratenientes y cuerpos armados de los
narcotraficantes.
La
política intervencionista del Pentágono ha invadido todos los espacios
militares, económicos, sociales, políticos, ideológicos religiosos y mediáticos
del país; a tal grado que el objetivo central es la amenaza constante de otro
golpe de Estado o consolidar la intervención total para considerar a Honduras
un “Estado Fallido” e ingobernable y
aplicar la receta de Haití, o convertirlo en un Estado de Excepción permanente
o El Estado Libre Asociado como Puerto
Rico.
Las
líneas dominantes se han realizado en nombre de la Seguridad, desde luego la
Seguridad de los Estados Unidos, para lo cual se ha pretendido (sin resultados)
borrar la memoria de la Doctrina de Seguridad Nacional con sus crímenes
(desaparición forzosa) y establecer una
Nueva Doctrina de la Seguridad.
EL
PRIMER PASO son amenazas o consumación de los Golpes de Estado en América
Latina y la militarización del Estado y
la sociedad donde los ejércitos y cuerpos policiales sean obedientes y no
deliberantes a las políticas del Pentágono. En el caso particular de Honduras
se ha pretendido borrar la memoria de los actos violatorios y de tortura que ha
realizado el ejercito entrenado en la Escuela de las Américas , y considerar el
cuerpo castrense como el principal
garante de la seguridad
El segundo paso ha sido depurar los cuerpos
policiales y dejar intacto los cuerpos militares (ambos han participado en
actos de corrupción y violación de los
derechos humanos). La depuración ha sido desigual, los encargados de hacerla,
los altos jefes no se han depurados a sí
mismos y lo hacen postfactum (después de los hechos).
En
las pruebas de confianza han tenido un gran peso la tortura psicológica
mediante utilización del polígrafo, el FBI, la policía colombiana y mexicana.
El “Comisionismo“ ha proliferado y cuando presentan informes sobre la
corrupción policial de la alta
jerarquía; no existe la debida información al pueblo hondureño.
El
tercer paso ha sido promover la intervención del Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia y desarrollar una política de despojo de la
cultura y desnacionalización en el país. Financiar a cuadros intelectuales
orgánicos y organizaciones sociales, religiosas y mediáticas afines a la política imperialista para que el pueblo acepte la intervención
estadounidense y la militarización de la sociedad.
El
cuarto paso es crear la confusión y el caos mediante la proliferación de
problemas o situaciones de violencia.
Los recientes cambios en las políticas de ha sido la sustitución del Ministro de
Seguridad. Estos cambios ocurren cuando
se producen las visitas de altos funcionarios estadounidenses: militares
y expertos en la
contrainsurgencia y la guerra contra las drogas y sobre todo en las políticas
agresivas contra Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua; tales como los
visiitantes: John Kelly, Jefe del Comando Sur, El Zar Antidrogas William
Brownfield y el senador Robert Menéndez
.
No
hay duda de que si existe intervención desde afuera es porque hay condiciones
internas ya sea de la oligarquía financiera, agroindustriales, el Gobierno,
los partidos políticos; así como de las
organizaciones del movimiento social y la denominada “sociedad civil”, quienes
guardan silencio ante las violaciones a
la dignidad nacional. Lo que tenemos en Honduras es una guerra contra el
pueblo, es un experimento bélico aterrorizante que nos despoja de los
territorios, de la dignidad y de la cultura. Es la violencia neocolonizadora
que se presenta como algo monstruoso y
difícil de vencer. Es la guerra
psicológica, la guerra de conflictos de baja intensidad, la guerra mediática y
la guerra irregular. Es la Nueva
Doctrina de Seguridad que se manifiesta cada vez mas como la Seguridad más
insegura.
Los
siniestros planes nos perforan el
cerebro y la conciencia y nos hacen creer que nosotros y nosotras somos los violentos y salvajes y que por lo
tanto se requieren la limpieza social, femicido y el exterminio de los
campesinos, garífunas, indígenas y los
pueblos originarios y ser dóciles ante
el envenenamiento de la Madre Tierra con industria extractiva minera, la
explotación del petróleo, los bosque, el encarcelamiento de las aguas y la
vulneración de la soberanía alimentaria: agrocombustibles; plaguicidas y
transgenicos generados por la biotecnología de la MONSANTO
Nuestro
gran desafío es la unidad de las fuerzas
contrahegemónicas, defender la cultura y autodeterminación, la soberanía y la
dignidad nacional. La verdadera Seguridad
no es militar ni policial; tiene su fundamento en la transformación de
la desigualdad social y económica, la injusticia social, y lograr el buen
vivir, el respeto a los derechos humanos y de la Madre Tierra.
La
Política de Seguridad impuesta por Estados Unidos de América nos lleva a la muerte programada del pueblo
hondureño y a borrar la memoria histórica de nuestros mártires, héroes y
heroínas: Lempira, José Cecilio del Valle, Francisco Morazán, Froylán
Turcios, Visitación Padilla y Lolita
Caballero; así como las luchas de resistencia heróicas de las organizaciones
indígenas, garífunas, obreras campesinas, pobladoras y estudiantiles.
Con
toda esta plataforma de agresión imperialista en Honduras la vida de un
campesino, de una mujer o de un niño sólo vale un cintillo en los periódicos
amarillistas, porque la mismísima Seguridad se ha vuelto insegura.
Tegucigalpa,
mayo 2013.
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