lunes, 24 de diciembre de 2012

Argentina diciembre 1975: El el mayor combate librado en Argentina entre la guerrilla y las fuerzas estatales




Por Luciana Bertoia

En diciembre de 1975 el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) emprendió el mayor combate librado en Argentina entre la guerrilla y las fuerzas estatales. Por el despliegue de efectivos y medios, la duración de los enfrentamientos y el amplio teatro de operaciones que abarcaron, el ataque al Batallón de Arsenales “Domingo Viejobueno”, próximo a la localidad bonaerense de Monte Chingolo, y las acciones que lo acompañaron, constituyeron una verdadera batalla.
Video: http://youtu.be/r7Rk4q1i2zM

 

Monte Chingolo

El 23 de diciembre de 1975, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) intentaba copar el depósito de arsenales de Monte Chingolo pero la acción ya estaba cantada. Una feroz represión a los combatientes y a los vecinos de la zona fue el saldo.
La acción que se llevó a cabo el 23 de diciembre de 1975 en el sur del conurbano había sido planificada para extraer armas del batallón Domingo Viejobueno de Monte Chingolo, un importante depósito de arsenales. El armamento guerrillero era escaso en esos tiempos y con una operación de semejante envergadura se podrían solucionar varios de los problemas que acarreaba la escasez. Y, según explican los protagonistas, se podría dar un paso adelante en la lucha revolucionaria. Sin embargo, Monte Chingolo se convirtió en la derrota más sangrienta de la guerrilla urbana en la Argentina.
Una gran cantidad de combatientes habían sido designados para intervenir en la toma del Batallón de Arsenales 601. El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) había dispuesto para esta acción a su unidad militar más numerosa, el Batallón General San Martín que estaba integrado por tres compañías. El grupo de asalto guerrillero estaba al mando del capitán Abigail Attademo. Por su parte, militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) participaban de actividades de contención, que tenían como objetivo el corte de las vías de acceso desde la Capital Federal y la zona oeste a la zona sur del Gran Buenos Aires.
Tal como se explicaba en un boletín interno de la organización dado a conocer a cuatro días del fracaso del copamiento, el ERP planeaba extraer de Viejobueno alrededor de 20 toneladas de armamentos: 900 FAL con 60.000 tiros, 100 m-15 con 100.000 tiros, seis cañones antiaéreos automáticos de 20 milímetros, quince cañones sin retroceso, itakas con sus proyectiles y 150 subametralladoras. Sin embargo, este objetivo no se pudo completar.
El fracaso del operativo que comenzó antes de las 20 del día anterior a la nochebuena se debió a la infiltración dentro de la organización revolucionaria de un agente del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE). Así fue como las fuentes castrenses previeron que el golpe del ERP se realizaría en Monte Chingolo. Y los esperaron.
Las cifras dejan en evidencia la magnitud de la masacre. “Más de cuarenta combatientes del ERP, cinco militares -tres de ellos, conscriptos- y una cantidad nunca determinada de vecinos murieron en el cuartel y sus inmediaciones, durante y después del mayor enfrentamiento librado en la Argentina entre una fuerza guerrillera y efectivos militares”, detalla Gustavo Plis-Sterenberg en su libro “Monte Chingolo”.
Años después se supo que efectivamente hubo combatientes que cayeron prisioneros dentro del predio de Viejobueno y cuyos cuerpos nunca aparecieron. El diario Página/12 aseguró en 1999 que tuvo acceso a una información militar en la que se hablaba claramente de sobrevivientes. “A las 3.30 de la madrugada del 24 de diciembre, siete horas después de comenzado el ataque al Batallón de Arsenales y cuando el enfrentamiento había finalizado, el escribiente militar detalla que 'el Capitán Lazzarano con cinco vehículos marcha a transportar detenidos, custodiados por la fracción al mando del Teniente Silvani'. Media hora más tarde se detalla que 'regresa la columna con los detenidos'. A partir de este momento, el registro sólo refleja los preparativos efectuados para recibir la visita del Comandante de la fuerza, general Jorge Videla”, repasa el periodista Eduardo Tagliaferro.
“Nuestros compañeros no cayeron combatiendo sino que después de haber sido hecho prisioneros fueron asesinados por las fuerzas del Ejército. De estos 50 compañeros, yo creo que más o menos unos 20 deben haber caído en combate y los otros 30 deben haber sido asesinados”, comentó a esta cronista Daniel De Santis, ex dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

El Oso

Jesús Ramés Ranier se incorporó al ERP a fines de 1974. Había militado en las Fuerzas Armadas Peronistas 17 de octubre (FAP-17 de octubre) y tenía buenos amigos en la derecha sindical peronista. Tal como se explica en el libro “Monte Chingolo”, Ranier se convierte en “filtro” después de caer en manos de la Policía. Tras ser capturado en una pinza montada por la Bonaerense, el “Oso” se quiebra rápidamente. Así es como, atemorizado por su vida y la de su familia, empieza a trabajar para los servicios de Inteligencia.
Los contactos de Ranier serían con el jefe de la división Situación General del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, el coronel Carlos Antonio Españadero. Este militar al que el “Oso” le suministraría información por teléfono era más conocido por su alias “Peirano”.
Aunque la misión de Ranier no se basaba únicamente en su supervivencia. Se podría decir que su función era vocacional. El traidor cobraba un sueldo mensual, por lo que su caracterización como agente es más que acertada. Y recibía grandes premios por delatar una acción importante o por señalar a un militante notorio de la organización.
En la revista El Combatiente del miércoles 21 de enero de 1976 aparece publicada la confesión del “Oso”. Allí, el infiltrado declara que ganaba mensualmente la suma de 1.200.000 pesos y que por entregar la operación de Monte Chingolo recibió 30 millones de pesos.
Al actuar dentro del ámbito de Logística del ERP, el “Oso” conocía algunas casas operativas y sabía hacia dónde se trasladaban armas. Además, como era chofer, podía tener manejo de la mayoría de las municiones que debía entregar a los militantes.
Al respecto, De Santis recuerda el encuentro que tuvo con Ranier antes del intento de copamiento de Monte Chingolo. Daniel iba a participar en una contención en el Puente Ocho. Pero para hacerlo los ocho integrantes de la escuadra erpiana necesitaban el armamento y los autos, que debería entregarles justamente el infiltrado. El compilador de “A vencer o morir” revive el encuentro en el Parque de Lomas de Zamora: “Estaba en la cita con un pañuelo (que era la contraseña) y veo aparecer un Ford Falcon -color crema- con dos personas a bordo. El que manejaba tenía el aspecto característico de los integrantes de los servicios de inteligencia y de la policía, sobre todo, de la provincia de Buenos Aires. Dudé un momento si irme o no. Me quedé porque era la cita. Este auto, que venía a gran velocidad, cuando me vio, se detuvo y subí.”
Pero el indicador más certero de que se podía tratar de un miembro de los Servicios de Inteligencia apareció en la conversación: “Antes de entregarme al lugar donde estaban ubicados los coches con las armas, me preguntaba: 'Adónde vas a ir', 'Adónde te llevamos'“
Acto seguido, al militante del PRT le explican cómo hicieron para llegar a la cita desde la zona de Quilmes. La anécdota fue tan sorprendente que Daniel sólo atinó a pesar que la gente del ERP era muy intrépida. “Me contaron que la cita se la habían dado en la zona de Quilmes diez minutos antes y habían tenido que venir a toda velocidad por la avenida Pasco con las luces prendidas. El 'Oso' había sacado una pistola y se abría paso entre los demás vehículos como si fuera un auto de la policía”.
Después de lo vivido, De Santis comentó con su responsable sus sospechas. Pero todo fue peor cuando el 23, ya en el Puente Ocho, los combatientes abrieron los baúles de los autos y notaron que faltaba gran parte del armamento. En un primer instante, debieron recomponerse del golpe anímico que significó la falta de las armas pero así y todo pudieron cumplir con su función y cortar el acceso.
Aunque había evidencias más elocuentes para suponer que la organización revolucionaria estaba infiltrada y que la acción había sido entregada, no hubo marcha atrás. Días antes del intento de toma caían trece dirigentes del área de Logística y el comandante Pedro Juan Eliseo Ledesma. A pesar de esto, el Buró Político decidió seguir en pie con la operación.

El traidor a la causa revolucionaria

Tres días después del fracaso de la acción, el 26 de diciembre de 1975, los integrantes del Buró Político se plantearon la posibilidad de que los estuvieran esperando dentro del Batallón.
Después de hacer una lista de las caídas más importantes y de las personas que tuvieron alguna relación, se hizo evidente un dato. El “Oso” aparecía siempre, a pesar de los diferentes descartes. Él siempre había concurrido a la cita o había trasladado armamento.
Por eso, se empezaron a buscar sus antecedentes, que eran nulos. La certeza de su delación era casi total pero no se tenían pruebas definitivas. Así que se decidió detenerlo e interrogarlo.
El 28 de diciembre una escuadra detuvo a Ranier junto a otro militante leal, “Coco”. A éste se le había asignado la misión de simular la detención. La idea era ejemplificar con “Coco” el posible maltrato que sufriría el “Oso” si no confesaba. Aunque la tortura física quedaba desterrada para el ERP, después de que Mario Roberto Santucho afirmara que la guerrilla no podía emplear los mismos mecanismos que el enemigo.
El 13 de enero un Tribunal Revolucionario condenó a Jesús Ramés Ranier por “traición a la revolución y delación al enemigo”. La pena era una sola: la muerte.
A Ranier le fue comunicado su destino y se le preguntó cómo prefería morir: con la inyección letal o con un disparo. El “Oso” prefirió la segunda opción. Nunca había sido un valiente. En su supuesta militancia, había procurado evitar cualquier enfrentamiento armado.
El 14 de enero de 1976 aparecía un cadáver en Flores. Era el de un hombre joven -de unos 29 años- y corpulento. Un epitafio lo acompañaba: “Soy Jesús Ranier, traidor a la revolución y entregador de mis compañeros”.
En su condena pesaban las detenciones, desapariciones y ejecuciones de muchos militantes, la entrega de talleres de armamentos y automotores, las cárceles del pueblo de Pilar y Florencio Varela, un depósito de propaganda y la acción del Batallón 601.
La sentencia del Tribunal Revolucionario era aleccionadora: “La justicia popular tarde o temprano descargará su fuerte brazo sobre los criminales contrarrevolucionarios, sobre todos los que realizan crímenes contra el pueblo”.
Fuente: www.anred.org, diciembre 2006


Gloria a los héroes de Monte Chingolo

Por PRT - Argentina (Pedro, corresponsal de Estrella Roja)
Hace unos días se encontraron la totalidad de los restos de los compañeros caídos en combate en el copamiento del Batallón de Arsenales “Domingo Viejobueno” de Monte Chingolo, el 23 de diciembre de 1975. Algunos de los restos ya habían sido encontrados en ocasiones anteriores.
Estos son los restos de los compañeros que cayeron dentro del batallón y en el perímetro inmediato al mismo. Muchos de ellos heridos y luego fusilados, aplastados por tanques y topadoras, torturados aún en sus últimos momentos de vida.
Quedan aún las palabras sorprendidas de los mismos militares asesinos y genocidas que no podían creer la moral de combate de nuestros compañeros, que en su último aliento cantaban la marcha del Ejército Revolucionario del Pueblo y gritaban “Vivas” a la Revolución, a pesar de la inferioridad de fuerzas. El mayor ejemplo de esta moral se vislumbra en el hecho de que aún cuando los compañeros habían sido traicionados por un infiltrado (el Oso Ranier, posteriormente ejecutado por la Justicia Revolucionaria), eran esperados y contaban con escaso armamento (que en muchos casos estaba saboteado), nuestro glorioso ERP bajo la Dirección político militar de nuestro Partido, con menos de 150 compañeros, llegó a tomar casi el 70% del batallón contra más de 3500 efectivos parapetados con armamento pesado y apoyo aéreo. 4 regimientos de tierra, 2 de aire, la Policía Provincial y la Federal fueron necesarios para detener la justa acción revolucionaria que tenía como objetivo armar al pueblo para enfrentar en mejores condiciones a la dictadura militar del 76.
Dichos compañeros fueron parte del batallón “José de San Martín” conformado por las compañías “Héroes de Trelew”, “Juan de Olivera” y “José Luis Castrogiovanni”, pero muy especialmente de la unidad de combate “Guillermo Rubén Pérez”, conformada por integrantes de las compañías “Castrogiovanni” y la “Compañía de Monte Ramón Rosa Giménez”, más un grupo de las compañías “Decididos de Córdoba” y “Che Guevara”. El Comandante Juan Eliseo Ledesma, el “Comandante Pedro”, había caído con oficiales de nuestro ERP días atrás, y que en esos momentos agonizaba destripado en las mazmorras de Campo de Mayo, pero aún así sin traicionar a sus compañeros. Todo lo contrario, mostrando su profunda moral revolucionaria y con la causa histórica del proletariado, enfrentado victorioso el combate contra el enemigo.
Estos compañeros, luchadores y guerrilleros, formaron parte de los alrededor de 5.000 compañeros que cayeron desde la fundación del Partido, ya sea como integrantes del Partido o el Ejército, familiares de los mismos o simplemente personas que colaboraron con esta lucha, como los más de 1000 asesinados y desaparecidos en los alrededores del monte tucumano por ser sospechosos de ayudar o simplemente simpatizar con la heroica “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez”.
Muchos de nuestros compañeros son desconocidos por las necesidades de tabicamiento, o sólo conocidos por su nombre de guerra. En Monte Chingolo hubo varios compañeros sin identificar, pero es justo que recordemos a aquellos que dieron su vida, y que honremos dicha vida como ejemplo de lucha, de moral revolucionaria, de compromiso con la patria socialista, DEL CAMINO QUE DEBEMOS CONTINUAR, DEL CAMINO QUE ESTAMOS CONTINUANDO.

Sus nombres son:

Daniel Barbate, 21 años
Francisco Blanco, 21 años
Hugo Boca, 17 años (JG)
Carlos Bonet
Aída Bruchstein, 24 años
Alejandro Bulit
Roberto Cejas, 22 años
Carlos Cingualbe, 28 años
Hugo Colautti, 32 años
Jorge Correa, 19 años
Carlos Crespo
Francisco Cuello, 31 años
Eduardo Delfino
Nelly Enatarriaga, 31 años
Eduardo Escobar Bustos, 23 años
Orlando Fabián, 24 años
Norma Finocchiaro, 25 (embarazada, asesinada a culatazos)
Ernesto García, 20 años
Silvia Gatto, 24 años
Angel Gonzalez, 25 años
Tristán Guanziroli
Ismael Islas Ibarra, 50 años
Mónica Lafuente, 21 años
Vicente Lasorba, 25 años
Ana María Lezcano, 25 años, embarazada, detenida con vida apareció en el Riachuelo con un compañero no identificado.
Ana María Liendo, 25 años
Omar Lorenzo Rodríguez
Carlos Machado, 23 años
María Marabotto de Escobar, 16 años (JG)
Alejandro Mastrogiovanni, 24 años
Luis Menéndez, 27 años
Rubén Mensi, 21 años
Ismael Monzón, 19 (JG)
Víctor Mosqueira, 19 años
Carlos Oroño
Cristóbal Paredes
Guillermo Ramos Berdaguer, 21 años
Nancy Rinaldi, 25 años
Guillermo Salinas, 35 años
Humberto Salvador, 22 años
Carmen Sánchez, 20 años
Miguel Sánchez, 24 años
Guillermo San Martín, 23
Abel Santa Cruz Melgarejo, 21 años
Gastón Schottenfeld, 19 años (JG)
Rodolfo Siba
Luis Sportuno, 20 años
Carlos Stanley, 22 años
Roberto Stegmayer, 31 años
Enrique Tauil, 26 años
Claudio Tisminetzky, 21 años
Juan Carlos Valencia, 43 años
Víctor Vázquez Valdivia, 30 años
Más nueve camaradas sin identificar.

Hoy el Equipo Argentino de Antroplogía Forense está trabajando para identificar los restos de nuestros compañeros, cuyos nombres han vencido a la muerte para convertirse en ejemplo de lo que un revolucionario debe ser, el compromiso de luchar hasta las últimas consecuencias A VENCER O MORIR, guerrilleros heroicos que siguieron el ejemplo del gran comandante Ernesto Che Guevara. Nuestros héroes, nuestros queridos compañeros, los mejores de la generación revolucionaria de los 60 y 70 cayeron luchando, combatiendo, no pidamos que ellos hagan el trabajo que ahora nos toca a nosotros, los que quedamos y las nuevas generaciones de revolucionarios. Basta de “memorias” que matan la memoria de lo que nuestros compañeros fueron: luchadores, clasistas, guerrilleros, REVOLUCIONARIOS. Este gobierno burgués no podrá apropiarse de estos caídos, de los héroes, porque ellos no lucharon por este país de exclusión, de súper explotación, de entrega, de hambre, miseria y muerte. Ellos lucharon contra lo que este gobierno representa.
No olvidamos los nombres de nuestros compañeros, su pensamiento y ejemplo. Su accionar vive en la Reconstrucción del PRT, en la construcción del PRT Santucho, en el camino de la Guerra Revolucionaria Popular y Prolongada, hasta la Victoria, SIEMPRE.
62 Compañeros Héroes de Monte Chingolo: Presentes!!!
5.000 Héroes de nuestro PRT-ERP, 30.000 detenidos desaparecidos: ESTAMOS CUMPLIENDO!!!
A VENCER O MORIR POR LA ARGENTINA!!!

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