jueves, 20 de junio de 2013

Dilma Rousseff: Las voces de la calle deben ser escuchadas



Dilma Rousseff, presidente de Brasil

Página 12

Dilma Rousseff: "Las voces de las calles deben ser escuchadas"
En un breve discurso en Brasilia, la presidenta celebró las multitudinarias protestas en San Pablo y al menos otras 11 ciudades del país: "Brasil amaneció hoy más fuerte. La grandeza de las manifestaciones de ayer comprueban la energía de nuestra democracia, la fuerza de la voz de la calle y el civismo de nuestra población".

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[1]Rousseff agregó que es "muy bueno ver tantos jóvenes y adultos (...) juntos con la bandera de Brasil, cantando el himno nacional, diciendo con orgullo 'soy brasileño' y defendiendo un país mejor. Brasil está orgulloso de ellos".

El movimiento comenzó hace pocas semanas con un reclamo contra el aumento de la tarifa de transporte público en San Pablo y se diseminó por todo Brasil, sumando a ese primer reclamo el repudio a la represión policial, la corrupción y los gastos millonarios del gobierno en la organización del Mundial de 2014 y la Copa Confederaciones.

Brasilia, junto a Río de Janeiro y Sao Paulo, fueron las capitales provinciales en las que algunos grupos de manifestantes "tomaron" los edificios públicos, como el del Congreso Nacional en la capital federal, la Asamblea Legislativa en Río de Janeiro y el Palacio Bandeirantes, sede de la gobernación provincial, en San Pablo.

Rousseff "alabó" el carácter "pacífico" de la protesta, lo cual, afirmó "evidencia también el trato correcto dado por la seguridad pública a la libre manifestación popular. Convivieron pacíficamente", destacó. Reconoció, no obstante, que ocurrieron "actos minoritarios y aislados de violencia contra personas, contra patrimonio público y privado, que debemos condenar y cohibir con rigor. Sabemos, gobierno y sociedad, que toda violencia es destructiva, lamentable y sólo genera más violencia".

Dichos actos, entre los que se cuentan agresiones a la policía, bombas molotov contra la Asamblea Legislativa en Río y destrozos en al menos cuatro agencias bancarias de la capital fluminense, "no empañan el espíritu pacífico de las personas que fueron a las calles democráticamente a pedir por sus derechos", consideró Rousseff. "Esas voces de las calles deben ser escuchadas. Ellas trascienden, y esto fue visible, los mecanismos tradicionales, de las instituciones, de los partidos políticos, de las entidades gremiales y de los propios medios (de prensa)", aseveró, y aseguró que su gobierno "está escuchando esas voces".

El movimiento Passe Livre de San Pablo, la agrupación nacida en las universidades y que ha encabezado las protestas, declaró, por su parte, que "el destino es claro, único, objetivo y específico: revocar el aumento" del transporte público.

Según las autoridades, unas 250.000 personas tomaron ayer las calles de decenas de ciudades para protestar inicialmente contra el alza de los pasajes y el gasto público en eventos deportivos, como la Copa Confederaciones de fútbol que organiza la FIFA y el Mundial del año próximo.

Las manifestaciones demostraron que la protesta de los brasileños también apunta a la pésima calidad de los servicios, la corrupción, la inflación, la violencia policial y un sinnúmero de asuntos, que revelan un malestar social generalizado que hasta ahora no se expresaba. Las protestas de ayer fueron consideradas las mayores registradas en el país desde 1992, cuando una movilización popular de dimensiones similares contribuyó a la caída del gobierno del entonces presidente Fernando Collor de Melo, quien dimitió en medio de un sonado escándalo de corrupción.

Ayer las marchas comenzaron en forma pacífica, pero se radicalizaron violentamente en las cuatro principales ciudades del país: Río de Janeiro, San Pablo, Belo Horizonte y Brasilia. En la capital federal la manifestación arrastró a las calles a unas 7000 personas que llegaron al Congreso Nacional e intentaron tomarlo. Tras varias horas de tensión, durante las cuales fueron quebrados algunos vidrios, la Policiía Militarizada ingresó por los fondos del edificio, reforzó la seguridad del lugar e inhibió al grupo, que acabó dispersándose.

En San Pablo, donde estallaron las primeras manifestaciones a raíz de un aumento del costo del transporte, la manifestación convocó a unas 65.000 personas, según el Instituto Datafolha. La demostración se desarrolló en forma pacífica hasta los últimos momentos, cuando un grupo de manifestantes intentó invadir la sede de la gobernación provincial y llegó a querer forzar la puerta principal del Palacio Bandeirantes, sin conseguirlo. La quinta marcha realizada en San Pablo se celebró después de que el principal grupo convocante, el Movimiento Passe Livre, llegara a un acuerdo con las autoridades, que se comprometieron a no usar balas de goma como en las movilizaciones anteriores, cuando decenas de personas resultaron heridas.

La más violenta de las protestas tuvo lugar en Río de Janeiro, donde los manifestantes, unos 100.000 según Datafolha, llegaron hasta la sede de la Asamblea Legislativa. Un grupo apedreó y arrojó bombas molotov contra el Palacio Bandeirantes, rompiendo gran parte de los vidrios de la fachada, y otro destrozó al menos cinco agencias bancarias y encendió enormes fogatas en la puerta del edificio, dejando en su interior a 78 efectivos policiales, algunos de ellos heridos, bajo amenaza de incendiarlo.


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