Por Narciso Isa Conde
Hubo una vez un hombre muy
pobre, que por robarse un salami para paliar el hambre eterna que lo agobiaba,
pasó diez años en la cárcel. Recuerdo, que tal record del sistema de injusticia imperante en este país,
fue reseñado en su tiempo por el diario El Siglo, propiedad del tristemente
célebre grupo BANINTER.
No se a “ciencia cierta” si
aquel salami estada o no “sazonado” con la bacteria “echerichia coli”, porque
entonces Pro-consumidor no osaba hacerle “análisis clínicos” Pero es muy
posible que así sucediera y que además
que los salamis fueran sumamente bajos en nutrientes y muy alto en nitritos, por aquello del
empleo de los desperdicios compactos en su confección habitual que se extiende
al presente escándalo.
De todas maneras, ese pobre
hombre, se chupó una década en las “confortables” cárceles del país por robarse
un salchichón de mala calidad.
En estos días nos encontramos
con el dato de que otro infeliz fue a parar a un destacamento policial por “robarse
una guayaba”, tomándola de una mata plantada en patio ajeno.
Ciertamente ignoro si la
guayaba estaba o no podrida, si tenía o no gusanos, si estaba verde, alcojolada o madura;
lo cual, claro está,
no sería culpa de su dueño, ni comérsela pdría provocar daños tan severos como
los que ocasionarían la mentada “echerichia coli” o el exceso de “nitrito”, dado que al menos la
descomposición de los vegetales es un
proceso natural, perceptible y a veces incluso rico en proteínas.
Tampoco sabemos cuanto tiempo
habrá de pasarse ese joven en la cárcel por cogerse esa guayaba, que aunque no
era de su propiedad el dueño debió regalársela para no pasar de “pijotero” y de
aqbusador.
En ambos casos, tanto el
dueño del salami como el de la guayaba, recurrieron a la nada santa Policía Nacional,
asociada desde sus estructuras de mando a todo tipo de delitos de Estado,
empresariales, civiles y militares.
Y no es que el pobre hombre del salami o el
joven infeliz de la guayaba recibieran el castigo mayor contemplado para casos
de violación de la ley que protege la propiedad privada, pues es bien conocida
la abundancia de jovenzuelos empobrecidos que caen sistemáticamente abatidos
por la implacable metralla policial, siendo o no culpables de delitos, muchas
veces simplemente “por sospecha”.
Casi todos fríamente asesinatos por esa
uniformada criminal por delitos mayores o menores que el de cogerse un salami o
una guayaba. Muchas veces por el simple hecho de ser pobre, generalmente negro,
mulato o descendiente de haitianos.
A robo menor o no robo, penas
mayores.
A robo mayor, impunidad absoluta.
Robar poquitico merece
castigo drástico.
Robar por hambre trae consigo
hasta la pena de muerte.
Robar muchísimo, y hacerlo desde
el poder o desde la opulencia, es razón para grandes condecoraciones, reconocimientos,
alabanzas, pleitesías, candidaturas y nombramientos encumbrados; incluidos
calificativos de filántropos (si se trata de grandes empresarios) o diploma del
“mejor estadista del año” (si se trata de un ex-presidente socio en suciedad de una
voraz o feroz transnacional).
Así ha sido en tiranías y
post-tiranías, durante las ladrocracias balagueristas, perredeístas y peledeístas;
durante las democracias, seudo-democracias y narcocracias capitalistas.
Y si les asaltan dudas sobre
el “arreglo” que le han hecho a la balanza o no alcanzan a ver los agujeros en
la venda de Doña Justicia, observen bien los Ladroneles de hoy, presentes
incluso en el gabinete de Danilo.
Los asociados a la estafa de
la Sun Land y los conpicuos receptores
de la ayuda multimillonaria a FUNGLODE.
Los sobornados por Barrick
Gold, Falcondo, Gold Corp, Uni Gold y todo el cártel de la mega-minería.
Los muchachones del PEME.
La mafia importadora de Chío
y sus “enllaves” en el Palacio.
La mafia eléctrica.
La mafia de los combustibles.
La de las deudas y los bonos
soberanos
Los socios de Ege-Haina y Ege-Itabo.
Y de otras Eges y otras EDES.
Los cárteles de la
construcción con Odebrecht, el Grupo Estrella, Diandino Peña, Freddy Pérez,
Miguel Vargas…a
la cabeza.
Contemplen sin apasionamiento
a todos las alcancías humanas de Leonel.
Pónganle el ojo clínico a
narcos-generales como Medina y Medina, Florentino Florentino, Aquino García, Ventura
Bayonet, Guzmán Fermín, Mateo Rosado…
Observen atentamente al Ladronelazo
mayor y su íntimo entorno.
Soliciten que transparenten
las cuentas en rojo del Estado, las evasiones de impuestos, las compras y
ventas sobrevaluadas o subvaluadas del gobierno, y las operaciones gobierno-empresarios privados.
Y entonces podrían valorar la
suerte que esos tipos han tenido por no haber decidido verse robarse
simplemente una guayaba o un salchichón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.